Anselm Grum (monje) describe por qué el "encierro" pueda ser tan liberador:
El monje debe permanecer consigo mismo en la celda y no escapar (La celda era su habitación donde medita y trabaja manualmente).
Un monje en su celda puede hacer todo o nada, ni siquiera meditar. Pero que permanezca allí. Se enfrentará con todo el caos interior que aparece a través de la quietud y el reposo.
Un hombre no madura sino tiene el valor de aguantarse a sí mismo y de encontrarse con su verdad. Por eso el valor de la estabilidad en un mismo lugar y una misma comunidad.
Los monjes no hablan de Dios, tienen experiencia de el. Rechazan la dispersión (aún los pensamientos o actividades religiosas) para un encuentro sincero consigo mismos y desde ahi encontrarse con Dios.
La humildad viene de la palabra "humus", "tierra" y también "humor". El proceso empieza por una espiritualidad desde abajo tocando "tierra".
De ahí que los monjes cantaban "la celda es el cielo". Porque es el lugar de sanación y unión con Dios (*)
(Extractos del libro "Sabiduría de los padres del desierto", Anselm Grum)
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