QUE NO ME QUEDE MIRANDO, SEÑOR

 

A tu cielo, cuando bien sé,
que Tú me quieres mirando a la tierra.
Sin descuidar la viña que has plantado
Esa viña que es vigorosa
y, de la cual, Tú eres su amo
y yo, en la medida de mis fuerzas, simple siervo.
Que no me quede mirando, Señor
cómo te marchas de nosotros
y sí pensando qué puedo hacer por tu Reino
En dónde y cómo proclamar tu mensaje
De qué forma ser un heraldo del Evangelio.
Sí, Señor; te confieso
que miro demasiado a las nubes
y olvido que, es en la tierra,
donde he de sembrar y llevar tu santo nombre.
Que es en los hombres, y no en los ángeles,
donde he de poner mi pensamientos y mis afanes.
Que no me quede mirando, Señor,
la luz que destellan las estrellas
cuando, bien lo sé, que Tú me necesitas
como antorcha viva en medio de tu pueblo
Que no me quede mirando, Señor, hacia lo alto
para buscar justificaciones
y alejarme de las dificultades del duro asfalto.
Pero, una cosa te pido, Señor:
Tú, sígueme mirando
Sigue de cerca la pista de mi camino
Para que, mi lenguaje, sea el amor
Para que, tantas serpientes que acechan,
las pueda aniquilar con la fuerza de la fe
con el timón de la esperanza
con el auxilio de tu Palabra.
Aunque, al cielo te vayas, Señor,
condúceme con la fuerza de tu Espíritu
para que, en un mundo ruidoso,
pueda gritar que eres la salvación,
la vida, la alegría el horizonte del mañana
Haz, oh Señor, que tu ascenso al cielo
sea razón y fuerza
para seguir trabajando por tu Reino
aquí y hoy en la tierra.
Amén.
Javier Leoz
Fiesta de la Ascensión del Señor

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