SIEMPRE HAY UN BUEN CAFE


Estamos en medio de la vida ordinaria y Dios no se cansa de tener la iniciativa para buscarnos. Con mucha creatividad, sale a nuestro encuentro en la rutina y en las exigencias de cada jornada.

Tan creativa y tan sutil es su presencia que, en la vida cristiana, la hemos identificado con el viento: “sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va”.

Es un Espíritu libre que busca sorprendernos y busca atraernos hacia los signos donde está la vida. Nos saca de nuestra comodidad, de nuestros egoísmos y de la tentadora vía de la desesperanza.

Dios nos invita, por el contrario, a confiar, nos llena de alegría y de una paz que perduran. Él tiene el primer paso para levantarnos la mirada y nos motiva a ver al hermano para invitarlo, incluso, a tomar un café.

Siempre hay un café en el día para poder respirar, para poder escuchar el soplo de Dios y para dejarse sorprender con una buena conversación.

E Ignaciana

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