EL MUNDO CUANDO CONVERSAS


Admiro a la gente que tiene capacidad de conversar. No a los charlatanes, de verborrea incesante pero a veces hueca. Tampoco a quienes se escuchan a sí mismos, y entienden que el otro es únicamente público. Admiro a esos otros que son capaces de compartir historias, bucear en sus vidas, comunicarse desde la alegría y el dolor, desde la palabra y la mirada… no necesariamente con conversaciones trascendentes o profundísimas. A veces es el comentario de la última noticia, la narración sencilla de lo ocurrido en la jornada o la pregunta sincera por el otro. Y es que cuando conversas de verdad, cuando compartes un poquito de ti y del otro, parece que el mundo es más cálido.

Si me descuido pierdo la curiosidad, la inquietud, la atención. La prisa puede matar la capacidad de contemplar, y de compartir. Y entonces dejo de preguntarle a la realidad qué esconde tras su fachada habitual. Preguntar al semblante turbado, «¿qué ocurre?». O a la risa contenida «¿qué tienes hoy…?» Sí, vivo a veces demasiado rápido. De un lado a otro, de casa al trabajo, de una tarea a la siguiente… Y me falta la ocasión para hablar un rato con mis gentes, sin temer que el teléfono interrumpa, que el reloj me recuerde que tengo que arrancarme o que las tareas pendientes me llamen.

Si me descuido pierdo la curiosidad, la inquietud, la atención. La prisa puede matar la capacidad de contemplar, y de compartir. Y entonces dejo de preguntarle a la realidad qué esconde tras su fachada habitual. Preguntar al semblante turbado, «¿qué ocurre?». O a la risa contenida «¿qué tienes hoy…?» Sí, vivo a veces demasiado rápido. De un lado a otro, de casa al trabajo, de una tarea a la siguiente… Y me falta la ocasión para hablar un rato con mis gentes, sin temer que el teléfono interrumpa, que el reloj me recuerde que tengo que arrancarme o que las tareas pendientes me llamen.

¿Encuentro espacios para comunicarme de verdad con quienes importan en mi vida, para saber de sus preocupaciones y alegrías, para compartir la rutina, los pequeños o grandes problemas, las historias mínimas?

Pastoralsj


No hay comentarios:

Publicar un comentario