PEREZA
A todos, alguna vez, nos entra un poco de pereza, de inapetencia, de desgana. Y en ocasiones nos dejamos llevar por ella, y es que no se puede estar siempre a mil, con las pilas cargadas y motivado para todo. Pero en ocasiones la pereza se convierte en actitud vital. Pasa de ser una situación puntual a guiar todas las respuestas que das, cada vez que se te pide algo. Siempre encuentra uno excusas para no hacer lo que no apetece. Se te ocurren mil planes mejores. Reconoces que no tienes ganas. O a veces, en lugar de eso, lo disfrazas de sobrecarga y agobio. Te viene a la boca, como un mantra siempre preparado, la explicación de que es que estás muy cansado y no puedes con todo –que a veces es verdad, pero a veces se convierte en una fachada para la vagancia, tan convincente que hasta uno mismo se lo puede creer–. Y terminas posponiendo siempre lo que te resulta duro, arduo o poco gratificante, mientras abrazas con entusiasmo lo apetitoso, lo fácil o lo emocionante. Es muy humano el que haya cosas que te apetezcan más que otras y el que uno prefiera lo cómodo y fácil a lo exigente.
El problema de la pereza como actitud vital es que termina haciendo que algunas cosas que son importantes –acaso imprescindibles– se pierdan y queden sin hacer. Por pereza puede uno dejar pasar algún tren muy necesario. O puede dejar en la cuneta a alguien que le necesita. El gran pecado asociado a la pereza es la omisión, y todo lo que, por su causa, puede quedar sin hacer.
Alternativa. No sé si es muy contemporáneo hablar de diligencia (que casi suena a carro de película del oeste). Hoy quizás diríamos algo así como que hay que ponerse las pilas y arrear. Como actitud, la diligencia, el ser diligente, es ser alguien que está preparado y dispuesto para ir sacando adelante las cosas. Es bueno para uno mismo, porque vas conquistando espacios, terrenos y ámbitos en la vida. Y es bueno para los otros, si las metas que te fijas tienen que ver con ellos. No se trata, al final, de ir por la vida con complejo de superhéroe o de salvamundos, pero sí de reconocer los propios talentos y ponerlos en juego para que den buenos frutos.
MI NOMBRE EN TUS LABIOS
Escuché de ti mi nombre
como nunca antes.
No había en tu voz reproche
ni condiciones.
Mi nombre, en tus labios,
era canto de amor,
era caricia, y pacto.
Con solo una palabra,
estabas contando mi historia.
Era el relato de una vida,
que, narrada por ti
se convertía en oportunidad.
Descubrí que comprendías
los torbellinos de siempre,
las heridas de antaño,
las derrotas de a veces,
los anhelos de ahora,
y aún sin saber del todo
en qué creía yo,
tú creías en mí,
más que yo mismo.
Así, mi nombre
en tus labios
rompió los diques
que atenazaban
la esperanza.
José M Olaizola
LA CRUZ NO ES UN ADORNO
Si el titular es «los obispos alemanes contra la Cruz en los espacios públicos» (como se ha podido leer hace días en algunos diarios), lo normal es que te escandalice. O por lo menos te escame. ¿Cómo puede estar un obispo contra la exposición en los lugares públicos de la cruz? ¿No se supone que tenemos que defender nuestro espacio público, que cada vez parece más reducido?
Todo parte de la decisión del presidente de Baviera de que la Cruz figure en la entrada de todos los espacios públicos de ese territorio alemán. Pero te invito a que vayas más allá del titular. A que, si el tema te preocupa, te lo tomes en serio y busques cuál es la raíz del problema y por qué los obispos alemanes están reticentes.
La decisión del presidente de Baviera se motiva en que «la cruz no es un símbolo religioso, sino el símbolo fundamental de la identidad cultural del carácter cristiano-occidental», según sus propias palabras. Y aquí está el problema para el episcopado alemán. Para ellos la Cruz no sólo nos recuerda nuestra identidad cultural occidental, sino que es un recordatorio esencial de quiénes somos, porque mirando a la Cruz, sabemos quiénes somos. Lo que temen los obispos alemanes, en definitiva, es la apropiación de algo tan sumamente importante para nosotros y su resignificación como símbolo cultural. En palabras de Benedicto XVI, «tomar la cruz significa comprometerse para vencer el pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, aceptar diariamente la voluntad del Señor, aumentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades y el sufrimiento». Ese compromiso es algo serio para nosotros. Mucho. De hecho, sustentamos nuestra vida y nuestros deseos sobre él. La Cruz no es un signo de que pertenecemos a una civilización, si no signo del compromiso por el que hemos optado.
Lo que nos advierten desde el episcopado alemán es que el presidente de Baviera no está asumiendo ese compromiso, porque está buscando la reafirmación identitaria y cultural. Nos recuerdan que la Cruz es algo más serio que un adorno o una seña de identidad para los que somos cristianos. Es el símbolo de la entrega total, generosa y desinteresada al mundo. No es malo que nos lo recuerden alguna vez. Piénsalo así cuando te la colocas al cuello por las mañanas, cuando la ves en algún sitio público, cuando la tienes ante ti. Piensa cuánto de adorno es para ti y cuánto de símbolo de tus opciones profundas para esta vida.
¿QUÉ ES ORAR?
UCRANIA: FRANCISCO PIDIÓ PONER FIN A "ESTA GUERRA REPUGNANTE"
Este domingo el papa Francisco alzó la voz e hizo un llamado desde El Vaticano a la comunidad internacional para que haya compromisos que permitan poner fin a una guerra que calificó de "repugnante” y de "masacre insensata”.
"No se detiene la violenta agresión contra Ucrania, una masacre insensata donde cada día se repiten atrocidades y no hay justificación para esto. Suplico a los actores de la comunidad internacional para que se comprometan para que cese esta guerra repugnante", dijo Jorge Mario Bergoglio, tras rezar el ángelus en la Plaza de San Pedro ante unos 30 mil fieles.
El líder religioso lamentó que de nuevo esta semana se han lanzado "misiles y bombas contra ancianos, niños, madres, mujeres embarazadas" y recordó que este sábado visitó el hospital Bambino Gesu, donde se encuentran algunos niños ucranianos ingresados víctimas de los bombardeos, y pudo comprobar como "a uno le habían amputado un brazo y otro estaba herido en la cabeza".
"Los buitres de la sociedad”
También quiso recordar a los millones de refugiados que huyen de las bombas y que han perdido todo, y expresó "su dolor" por los que no pueden escapar. "Ancianos, niños, personas frágiles se quedan a morir bajo las bombas sin recibir ayuda y sin la seguridad ni siquiera de un refugio antiaéreo", explicó Francisco, que se refirió a los bombardeos como "algo inhumano y sacrílego, porque va contra la sacralidad de la vida humana".
"Es una crueldad, inhumana y sacrílega", repitió Francisco en uno de sus llamados más duros desde que empezó la guerra, aunque, de nuevo, sin citar a Rusia en ningún momento. Tras llamar a no acostumbrarse "a la violencia y la guerra” y pedir generosidad para quienes escapan del conflicto, pidió atención para todas las mujeres y niños que huyen para que no caigan en manos "de los buitres de la sociedad", en una llamada de atención ante el peligro de la trata de personas.
DZC (EFE, Reuters, AP
SACERDOTES AL SERVICIO DE UNA IGLESIA EN CAMINO
«Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino», lema de este año
"¡EN NOMBRE DE DIOS, DETÉNGANSE!"
"EN UCRANIA CORREN RÍOS DE SANGRE Y LÁGRIMAS"
CUARESMA, CAMINO HACIA LA ALEGRÍA PASCUAL
La costumbre es ver la Cuaresma como ese tiempo un poco lúgubre donde tenemos que encerrarnos a 'depurar' nuestra humanidad y nuestro ser cristiano. El único fin es vivir con intensidad la Pasión del Señor, y acercarnos con devoción, a la Semana Santa. Pero no es del todo cierto. La Cuaresma es camino, pero su final no es la Cruz, sino la alegría de la Pascua. Esto nos obliga a cambiar un poco la mirada de estos días que transcurrimos entre oraciones, ayunos y limosnas. Es desierto, para poder vivir la plenitud de la Presencia de un Dios que sale en cada rincón a llenarlo todo con su alegría. Es subida, porque toda meta requiere algo de sufrimiento, de costoso, de esfuerzo. Es Jerusalén, porque a la muerte le sigue la Vida, y no se trata de un punto y aparte, sino de un punto y seguimos. ¿A quién? A Jesús que da la vida por nosotros y que, con eterno amor, se entrega para salvarnos a cada uno en su propia situación y desde su propia realidad.
San Ignacio nos recuerda, en los Ejercicios Espirituales, la utilidad de las penitencias internas, que bien podríamos recuperarlas en este tiempo de Cuaresma. La finalidad, dice el santo, de este tipo de penitencias es dolerse por dentro. No se trata de vivir una Cuaresma solo retocando con cierto 'maquillaje cristiano' el exterior de nuestra vida. Tenemos que dejar que nos vaya calando la Gracia de Dios. Nuestro corazón ha de empaparse de esta gracia, de ese afecto a Jesús y a su Reino, que nos alcanzará en la alegría de la Pascua. Por esto, la Cuaresma tiene todo su sentido. Necesitamos tiempos, silencios, espacios… para dejarnos impregnar por dentro, para dolernos y afectarnos por las cosas de Dios, con el único deseo de traspasar el dolor y el sufrimiento de la Pasión para vivir en plenitud la Pascua.
La Cuaresma es un tiempo precioso para afinar nuestro interior: ser más sensibles a la realidad que nos rodea, buscar en ella las huellas de Dios que –como baldosas amarillas– nos conducen al encuentro, y dejarnos alcanzar por la gracia de un Dios que quiere para nosotros la felicidad y la alegría. Aunque cueste, aunque haya que recorrer caminos de subida y asumir muchas cruces. La Cuaresma merece la pena.
COMPROMISOS EN TIEMPOS DE GUERRA
«Tu vida vale, lo que valen tus compromisos», decía Miguel Gil, periodista asesinado en Sierra Leona. Quizá por eso nos impresionan los ucranianos. Sin ánimo de romantizar la guerra, que es siempre dramática, ellos ponen su vida en riesgo por su compromiso. Nosotros, de momento, no tenemos una guerra. Pero no siendo fiel en lo poco, difícilmente cumpliremos cuando se nos exija heroísmo.
ALGO MÁS QUE FOTOS
LA IGLESIA GARANTIZA LA ASISTENCIA A LOS MÁS DÉBILES
En segundo lugar, Caritas Internationalis ha puesto su red internacional al servicio de Ucrania. En realidad llevan ya trabajando en el país eslavo desde hace siete años, cuando comenzó el conflicto independentista en las regiones del Este del país. Según esta organización, además de los 14.000 fallecidos, hay más de un millón y medio de personas que han debido abandonar su hogar debido a la violencia en la zona.
Uno de los problemas que está tratando de afrontar en este momentos Caritas Internationales es gestionar que la ayuda llegue hasta el último lugar. El secretario general de Caritas Internationalis, Aloysius John, asegura que «en algunas zonas los bombardeos están impidiendo llevar la ayuda necesaria y desde el jueves pasado se han suspendido muchos desplazamientos».