Celebrar su vida y los 25 años de su Beatificación, ha de ser para nosotros una fuerte llamada a la esperanza, a ser pacientes, a mantener la fe y la confianza en Dios, a dejarnos sostener y renovar por su Amor, a dejarnos configurar con Él, a vivir con alegría serena irradiando el Amor que recibimos de Él, conscientes de que Dios saca vida de todo y hace fructificar, a su tiempo, lo que sembramos.
El Espíritu, que es quien dio a María Ana el impulso y la fuerza para dar respuestas a las urgencias de su tiempo, es el mismo que, hoy, nos invita a dar respuesta a las urgencias de hoy en el aquí y ahora de nuestra historia. Vivamos este año, un tiempo de gozo y esperanza y sigamos “caminando juntos profundizando en nuestro carisma”, para recorrer el itinerario de Nuestra Fundadora con la docilidad al Espíritu con que ella vivió, y “Reavivar, así, el carisma recibido”,
M Rosario
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