No es fácil la esperanza hoy. Quizás no lo haya sido nunca. Es más visible el temor, la inseguridad, la desconfianza. Pero Jesús se ha metido en nuestra historia y ha sembrado semillas de esperanza en lo más profundo del ser humano. No escuchaste sus pasos silenciosos en la noche? ¿No oíste el latido de su corazón derramando ternura y amor entrañable? ¿No sentiste su Palabra de vida acariciando nuestras penas y levantando nuestra vida?
Atrévete a esperar con Jesús: una humanidad más confiada; una convivencia más humana; un futuro ilusionante.
Acepta el reto del Espíritu y pon en movimiento: una palabra de esperanza; unos signos de justicia; unos gestos de paz.
Sitúate en el mundo como el Padre quiere: con mirada limpia y acogedora, con sentimientos de ternura y compasión, con iniciativas a favor de los excluidos.
Cipecar
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