“Jesús le preguntó por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le contestó: Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. […] Finalmente, Jesús le dijo: Sígueme.”
Es el fuerte viento que nos sigue empujando cuando nuestras fuerzas decaen. Es querer seguirte, Jesús, firmemente, a pesar de toda la debilidad. Es seguirte con todo.
El espíritu nos ayuda a reconocer a Dios entre nosotros, a decir convencidos: Jesús es el Señor. Que nuestro deseo profundo sea estar y permanecer, caminar y vivir en tu nombre.
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