EL SEÑOR BENDICE EL MUNDO CON NUESTRA VIDA


 
Es bueno que de vez en cuando nos situemos donde empiezan todas las cosas: en el oculto manantial de gracia que es Dios mismo y renovemos nuestra confianza en que desde él es fecundada la tierra de nuestra vida. No siempre es fácil verlo, ni creerlo, pues los vientos de la vida a menudo llenan de broza sus contornos y se hace difícil alcanzar a saborear un sorbo de sus aguas cristalinas.
Sin embargo... El profeta Ezequiel habla de cómo un pequeño río que nace bajo el umbral del templo va haciendo no sólo fecundo si no exuberante todo aquello que toca (Ez 47, 1-12). Este río brota también en nuestro interior, pero demasiadas veces nosotros no sabemos detenernos en aquellas realidades de nuestra vida que son bendición de Dios para el mundo y alegrarnos de ello.

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