Tu palabra es mi gozo, tu palabra es más dulce que un
torrente delicioso. Dame lo que amo, porque amo y ese amor es un don
tuyo. No abandones tus dones, no desdeñes tu brizna de hierba sedienta. Que yo
proclame todo lo que descubra en tus libros; haz que escuche la voz de tu
alabanza. Que yo pueda beber tu palabra y considerar tus maravillas desde el
primer instante en que has creado el cielo y la tierra hasta el reino eterno”
San Agustín
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