Sal de tu
tierra, como hace Jesús. Ponte a buscar a Dios y a buscarte a ti mismo. El
deseo es la antesala del encuentro.
Sitúate en la vida en la vida como uno de tantos, como hace Jesús. Tú compartes las luces y sombras de tus contemporáneos, los dolores y gozos de la humanidad. La fe no te da privilegios.
Dialoga con los que te rodean, como hacen Juan y Jesús. Hazlo con sencillez y humildad,
teniendo a los demás por superiores a ti. Recuerda el gesto humilde de Jesús
poniéndose como uno de tantos a la fila. Recuerda las palabras de Juan:“Soy
yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?” Sitúate en la vida en la vida como uno de tantos, como hace Jesús. Tú compartes las luces y sombras de tus contemporáneos, los dolores y gozos de la humanidad. La fe no te da privilegios.
Abre tus manos y tu corazón al Espíritu. Vive al aire del Espíritu.
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