De vez en cuando conviene volver a hacerse esa pregunta. ¿Dónde pongo
las expectativas, los anhelos, las ilusiones? Si es en un espejo, o en la comodidad o la diversión. O en los
aplausos, o el éxito. O en algunos nombres. O en la fe. Y la justicia. Y
la gente. Es importante saber qué es lo que me llena,
lo que me inquieta, lo que me ocupa y me preocupa, a lo que le doy la
oportunidad de quitarme la tranquilidad. Porque ahí es donde estoy
viviendo con más implicación.
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