
El Ayuno solidario: “Llegará un día en que se lleven al
novio, y entonces ayunarán” (Mt 9, 15).
Es
una voz profética para recordarnos que todo es bueno, pero relativo, que los
valores materiales no son absolutos, que los valores sobrenaturales hay que
cuidarlos. Nos hace libres. Optar en contra de la espiral consumística
que la sociedad de hoy nos está imponiendo. Nos enseña a sentir en nosotros
mismos la debilidad de los que se ven obligados a ayunar por necesidad todo el
año. Nos enseña misericordia. Nos convierte en más transparentes y disponibles
para los demás, menos llenos de nosotros. Nos educa el egoísmo y la
autosuficiencia y a abrirnos más a Dios y a los hermanos. Signo sacramental de
nuestra entrada en la Vida de Pascua. El misterio que celebramos es Muerte y
Resurrección. Por eso nuestra sintonía con él es también muerte, renuncia,
ayuno, sacrificio, y resurrección, aceptación de la nueva vida. Se convierte en
signo exterior de nuestra conversión, símbolo de nuestra lucha contra el mal y
el pecado, de nuestra aceptación a incorporarnos a la Cruz de Cristo y a su
Vida Pascual.
Ayunar
con alegría. Muchas personas ayunan por
distintos motivos: para estar en forma, por prescripción médica, por
sugerencias de espiritualidades orientales, para dar a conocer la decisión de
conseguir un objetivo, porque no tienen qué comer.
Los
cristianos realizamos este gesto del ayuno para expresar nuestra voluntad de
conversión a la Pascua de Cristo. En
medio de una sociedad que estimula al gasto y a la satisfacción de todo tipo,
los cristianos hacemos un gesto profético de protesta: el ayuno. Que no
consiste tanto en un ejercicio corporal de ascética, sino que quiere ser el
lenguaje simbólico de una actitud interior. Lo
realizamos con alegría, sin alardes de virtud, sin buscar el aplauso y la
admiración de los hombres: “cuando ayunéis no os pongáis cara
triste, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres noten
que ayunan” (Mt
6,16). Lo hacemos con una dimensión
comunitaria: toda una comunidad parroquial, apostólica, religiosa, o familiar
asume un compromiso colectivo de ayuno con consecuencias económicas de ayuda a
los más necesitados. Es un gesto
que siempre seguirá siendo educador y pedagógico: que a la vez nos ayuda a
expresar nuestro control sobre nosotros mismos y a abrirnos a Dios y a nuestros
hermanos.
Ayuno
grato a los ojos de Dios. Tiende
la mano a tu enemigo. Mantén una atmósfera de paz en tu trabajo y en tu
familia. Ten valentía y confiesa tu fe en Cristo cuando sea necesario. Descubre
las necesidades de los más próximos. Libérate de algún capricho: alcohol,
tabaco, T.V. Busca el silencio.
CIPECAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario