Medieval computer


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Sorprendido en una mercadillo medieval (Foto PMLamet)
La foto parece en sí misma una contradicción: Un hombre del medioevo escribe en un rincón solitario con una computadora.  La escritura en aquellos tiempos era un rito  laborioso que exigía quietud y concentración. Mojar el cálamo en tinta y escribir en papiro con letra caligráfica y a veces libros miniados que empeñaban incluso la vida entera de un monje copista. Muchos de aquellos escritos han llegado a  convertirse en obras de arte, códices incunables conservados con mimo en polvorientas bibliotecas.
                El ordenador en cambio es el instrumento de lo fugaz. Miles de caracteres que vuelan de forma instantánea en  volandas de mailsfacebook, twiters,  whatsup, con palabras a veces truncadas que ofenden al castellano,  no quedan, se sustituyen, se borran.
                ¿Hemos progresado? Estamos hipercomunicados, sí; con enciclopedias on lineacceso a la cultura y al mismo tiempo a la estupidez. Pero, ¿alimentamos el espíritu? ¿Somos capaces de meditar lo que decimos, o leemos a salto de mata, copiamos y pegamos sin meditarlo mucho? La cultura es lo que queda cuando  olvidamos la información; y la espiritualidad, el silencio que aletea entre dos versículos. Hoy más que nunca hambreamos  silencio.

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