LECTIO DIVINA-VIERNES 4º SEMANA DE PASCUA-A


Hch 13,26-33
Jn 14,1-6

En aquel tiempo dijo Jesús: “No os angustiéis: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, no os habría dicho que voy a prepararos un lugar. Y después de ir y prepararos un lugar, vendré otra vez para llevaros conmigo, para que vosotros también estéis donde yo voy a estar. Ya sabéis el camino que lleva a donde yo voy”. Tomás dijo a Jesús: “Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo vamos a saber el camino?” . Jesús le contestó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre”.

Preparación: Al principio de su exhortación La alegría del evangelio, el Papa Francisco ha escrito que “quienes se dejan salvar por Jesús son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior y del aislamiento” (n.1). Esas palabras coinciden con el mensaje que recorre este tiempo pascual.

Lectura: En la sinagoga de Antioquia de Pisidia Pablo recuerda la muerte de Cristo y añade que “Dios lo resucitó de entre los muertos y se apareció a los que lo habían acompañado de Galilea a Jerusalén”. Ellos son testigos ante el pueblo. En el evangelio se evocan  algunas palabras pronunciadas por Jesús durante la última cena: “No os angustiéis: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, no os habría dicho que voy a prepararos un lugar”. La fe en Dios y la fe en Jesús libera de la angustia y nos promete la convivencia  y la intimidad con el Padre de Jesús nuestro Padre.

Meditación: Hoy podemos meditar esas hermosas palabras con las que Jesús promete no abandonar a sus discípulos: “Después de ir y prepararos un lugar, vendré otra vez para llevaros conmigo, para que vosotros también estéis donde yo voy a estar”. En su comentario al Evangelio de San Juan escribe San Agustín: “Cristo prepara las mansiones, preparando a los moradores de ellas” (68.2). Como los discípulos, también nosotros sentimos angustia ante la posibilidad de ser abandonados. Pero Jesús nos ha prometido que estará siempre con nosotros. Es más nos ha incorporado a su vida y quiere que permanezcamos junto a él por la eternidad.  Ese estar con nosotros significa que él ha asumido en serio nuestra carne. Y estar con él significa la culminación  del seguimiento al que él nos llamó. 

Oración: Señor Jesús, tú eres fiel. Nosotros creemos que tú no abandonas a quienes has llamado a estar contigo. Ayúdanos a imitar tu fidelidad para seguirte por el camino y la alegría de participar en tu gloria. Amén.

Contemplación: Contemplamos a Jesús rodeado por sus discípulos en torno a la mesa de la cena. La palabra que les dirige parece destinada a nosotros: “Ya sabéis el camino que lleva a donde yo voy”.
Las Escrituras santas nos lo han revelado y la Iglesia nos indica pacientemente ese camino. Pero, al igual que el apóstol Tomás, a veces tenemos dudas sobre la dirección que hemos de seguir: “Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo vamos a saber el camino?”. También a nosotros, como a Tomás, Jesús nos repite la fórmula que revela lo que él es y lo que nos ofrece: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre”.

Acción: Hoy podemos preguntarnos por qué hemos elegido en algunas ocasiones alejarnos del camino de la verdad que lleva a la vida, que es el Señor.  
                                            José-Román Flecha Andrés

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