CALIDAD DE VIDA
Me dijeron que valía la pena gastar mi dinero en alimentos ecológicos para mejorar mi calidad de vida; pero mi vida siguió tan de baja calidad, como siempre.
Me dijeron que habitara en un pueblo de la sierra, para mejorar la calidad de vida en mi salud; pero seguí de acá para allá, como siempre.
Me dijeron que comprara todos los electrodomésticos del mercado para mejorar mi calidad de vida en el hogar; pero mi vida familiar siguió tan desconectada como siempre.
Me dijeron que tomara pastillas homeopáticas para mejorar la calidad de vida en mi sueño; pero mi vida siguió como siempre, sin afrontar los problemas que no me dejaban dormir..
Me dijeron que cambiara de pareja para mejorar la calidad de vida en mi convivencia; pero mi vida siguió con la misma rutina y las mismas manías, como siempre.
Me dijeron que hiciera un curso de meditación trascendental para mejorar la calidad de vida de mis pensamientos; pero mi mente siguió con pensamientos ramplones e inútiles, como siempre.
Me dijeron que siguiera los consejos de un libro de autoayuda para repensarme y mejorar la calidad de mi vida emocional; pero mis emociones siguieron tan descontroladas como siempre.
Me acerqué a una comunidad cristiana para mejorar la calidad de mi vida; y descubrí que todas las personas que allí vivían disfrutaban de un “no sé qué”, que ponía remedio a todos sus anhelos y que no hacía falta comprar en ninguna tienda.
Jesús se lo da a cada uno personalmente, según lo que necesite para hacer el bien a los demás. Me puse a vivir de esa manera dejándome llevar por el Evangelio, y conseguí la mejor calidad de vida que jamás habría soñado.
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