LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO 2


ANUNCIAR EL AMOR DE DIOS

En su exhortación apostólica La alegría del Evangelio, el Papa Francisco nos recuerda una verdad que debería ser evidente: “La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús”, como recuerda el evangelio de Mateo: “Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28, 19).
La evangelización no nace de un deseo de la Iglesia, que decide conquistar, imponer, o adoctrinar al mundo, como a veces se nos dice. Es el Señor Resucitado quien la invita a salir a la calle para llevar el mensaje de la verdad (EG 19)..
Este dinamismo de salida, que Dios quiere provocar en los creyentes” (EG 20), ya llevó a. Abraham, Moisés y Jeremías a salir de su ambiente. La alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo, del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá” (EG 21).
Es vital que la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, “sin demoras, sin asco y sin miedo” (EG 23). La evangelización requiere “primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar” (EG 24). Primerear es adelantarse y salir al encuentro, buscar a los alejados. En este contexto, repite el Papa la necesidad de que los evangelizadores tengan “olor a oveja”.

RENOVACIÓN, CONVERSIÓN Y REFORMA

Citando a Pablo VI en la encíclica Ecclesiam suam (n.3), el Papa Francisco afirma que, para llevar a cabo la evangelización, se necesita una urgente renovación, conversión y reforma de la Iglesia. Según el Concilio, esta renovación de la Iglesia consiste en el aumento de la fidelidad a su vocación (EG 26).
El Papa incluye una frase que recuerda el gran sueño de Martín Luther King: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (EG 27).
Esta renovación ha de afectar a las parroquias, comunidades y movimientos (EG 28-29), a las diócesis (EG 30-31) y hasta a la misma concepción y ejercicio del papado (EG 32). “La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del siempre se ha hecho así (EG 33). Ello exigirá revisar los fines y los medios adecuados.


CAMBIO DE MENTALIDAD

Sin embargo, más que la renovación de las estructuras urge el cambio de mentalidad en el modo de comunicar el mensaje. He aquí un decálogo de sugerencias.
1.     Que el mensaje que anunciamos no quede reducido a algunos de sus aspectos secundarios. (EG 34), sino que se concentre en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y lo más necesario (EG 35).
2.     Lo más importante es el anuncio del amor salvador de Dios que se manifiesta en Jesucristo muerto y resucitado (EG 36).
3.     Las obras de amor al prójimo revelan la gracia del Espíritu (EG 37). Todas las virtudes están al servicio de la respuesta de amor humano al amor divino. (EG 39).
4.     Hay que presentar las verdades de siempre en un lenguaje que refleje su permanente novedad (EG 41).
5.     No olvidar que, por comprensible que sea el anuncio, la fe siempre conserva un aspecto de cruz y alguna oscuridad que impide aceptarla con firmeza (EG 42).
6.     Hay normas y costumbres que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida (EG 43).
7.     El ideal evangélico ha de ser propuesto con esperanza, seguido con paciencia y revisado con misericordia. “El confesonario no debe ser una sala de tortura”(EG 44).
8.     “Un corazón misionero…no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino” (EG 45).
9.     “La Iglesia en salida es una Iglesia con las puertas abiertas” (EG 46).
10. “No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos” (EG 49).

He ahí una serie de declaraciones que pueden servir como examen de conciencia de todo proyecto de evangelización.  
José-Román Flecha Andrés
Publicado en la revista “Mensajero Seráfico”


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