EL YUGO DE JESÚS
“Mira a tu rey, que
viene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno, en un pollino
de borrica” (Zac 9,9). Con estas palabras se dirige el profeta Zacarías a la
ciudad de Jerusalén. La exhorta a alegrarse y cantar porque se acerca el Mesías
del Señor.
Eran muchos los que
esperaban la llegada de un Mesías poderoso. Lo imaginaban como un fuerte
guerrero. Suponían que había de devolver al pueblo el fulgurante esplendor de
los tiempos pasados del reinado de David y Salomón.
El profeta retoma
aquellas expectativas. El Mesías que él promete
extenderá su dominio desde el río Éufrates hasta las costas del
Mediterráneo. Pero Zacarías anuncia que ese nuevo rey entrará en su ciudad con
un talante que denota humildad y un deseo de paz.
EL
MESÍAS Y SU GENTE
El
evangelio que hoy se proclama (Mt 11, 25-30) contiene un texto que suele ser
definido como “el Magníficat de Jesús”. Es un breve poema que parece reproducir
el canto de María de Nazaret: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a
la gente sencilla”.
En
las palabras de Jesús se revela una línea vertical y otra horizontal. Por una
parte, Jesús mira a Dios, al que reconoce como Creador y como Padre. Y por la
otra, Jesús vuelve sus ojos a las multitudes cansadas que le siguen y a los
discípulos que él ha elegido.
A
la imagen de un Mesías que cabalga sobre un pollino corresponde esta atención que Jesús dispensa a los más
sencillos y marginados. En realidad, el Evangelio retoma la profecía y la
supera de forma inesperada.
EL
DESCANSO
El
Mesías Jesús no pretende arrogarse ningún mérito. Pero su ejemplo ha de ser la
orientación de sus discípulos: “Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso” (Mt 11,29).
•
“Cargad con mi yugo y aprended de mí”. El yugo era un balancín que ayudaba a
las gentes a llevar los pesos. El yugo de Jesús no es una carga insoportable,
sino que nos ayuda a llevar nuestras cargas.
•
“Soy manso y humilde de corazón”. La
mansedumbre y la humildad revelan la honda verdad del ser humano. Nadie es más
por gritar más. Jesús es modelo de vida y de armonía.
•
“Encontraréis vuestro descanso”. Hay
descansos costosos y exclusivos para gentes adineradas. Pero el verdadero
descanso brota de un corazón sencillo y humilde.
-
Señor Jesús, tu oración nos lleva a descubrir el rostro de tu Padre, el
carácter de tu misión y nuestra verdad más profunda: esa que se resumen en la
mansedumbre y la humildad. Bendito seas. Amén.
José-Román
Flecha Andrés
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