SOMOS ENVIADOS A PONERNOS EN CAMINO



Jesús de Nazaret vivió una existencia humana, que se fue desgranado en un itinerario, como un éxodo, una salida continua de cualquier instalación en una seguridad del camino. Tuvo sus momentos de oscuridad y de tentación. Pero mantuvo su libertad para entregar hasta la propia vida en la confianza de que, ocurra lo que ocurra, Dios sigue siendo “Abba”, padre y madre, ternura infinita. En esa confianza es el Primogénito de los creyentes en quien los cristianos descubrimos no solamente la benevolencia de Dios sino también la puerta, el camino para realizar nuestra vocación humana.

Hoy el Espíritu está pidiendo a la comunidad cristiana que despertemos a esta vocación: “no llevéis talega, alforja no sandalias, no os detengáis mientras vais de camino”. Según el evangelio, Jesús dio esta consigna a “setenta y dos”; una cifra que bíblicamente significa la totalidad de sus seguidores. Y los mandó ir “a todos los pueblos y ciudades”.

Todos los bautizados somos hoy enviados, como miembros de la humanidad, que desde el evangelio, hemos tomado conciencia de esta vocación que se ha hecho realidad en Jesucristo. Para ser testigos creíbles tenemos que concretar en nuestra propia existencia esa conducta de Jesús .

El evangelio nos invita a que cada uno y todos nos pongamos en camino; y este camino es Jesucristo. Sólo en esa práctica personal del seguimiento podemos encontrar sentido para nuestra vida y así con nuestra forma de vivir ser sal con sabor en esta sociedad humana que es la nuestra.

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