Nuestra casa es el mundo

Todos tenemos nuestro hogar, nuestra tierra, nuestro pueblo. Y está bien. Allí nacemos. Y allí pasamos los primeros años, al menos. Allí aprendemos canciones, calles, colores y nos acostumbramos a aromas, sabores, ruidos. Luego, tal vez, toca moverse. Ojalá no sucumbamos entonces a la añoranza ni la nostalgia. Ojalá allá donde vayamos podamos sentirnos en casa, aunque evoquemos la infancia y sus lugares. Ojalá nadie se sienta «extraño». Que el mundo es casa común que nos has dado, Señor, tú que eliminas barreras y nos das un idioma común.
«el forastero no tuvo que dormir en la calle, porque yo abrí mis puertas al caminante.» (Job 31,32)

No hay comentarios:

Publicar un comentario