GRUPOS DE JESÚS: UNA EXPERIENCIA DE CONVERSIÓN


 
Buscan volver a Él recuperando la frescura del Evangelio 

Lo dijo el propio Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Y lo recuerda constantemente el papa Francisco, siendo muy clarificador este párrafo de su exhortación La alegría del Evangelio: “Necesitamos lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales”.


Respondiendo a esta necesidad, comienzan a surgir diversas iniciativas y procesos de conversión y renovación. Entre ellos, con una presencia significativa tanto en España como en América Latina, están naciendo los llamados Grupos de Jesús.

Su impulsor es José Antonio Pagola, reconocido biblista y teólogo, autor de numerosos libros. En el último, titulado precisamente Grupos de Jesús (plublicado por PPC), ofrece los materiales básicos para nutrir los encuentros de los miembros de estas comunidades.

Como explica Pagola: “El objetivo principal es vivir juntos un proceso de conversión individual y grupal a Jesucristo, ahondando de manera sencilla en lo esencial del Evangelio.
Queremos poner a Jesucristo en el centro de nuestras vidas y de nuestras comunidades. Esto es lo primero y decisivo: hacer juntos un recorrido que nos lleve a conocer mejor a Jesús, a reavivar nuestra adhesión total a su persona y a seguirlo colaborando con Él en el proyecto humanizador del Reino de Dios”.

Con esta intuición, el sacerdote vasco ha ideado una dinámica basada en la sencillez. Se trata simplemente de grupos abiertos (que pueden ir desde creyentes practicantes más o menos maduros en su fe hasta no creyentes que, sin embargo, se sienten atraídos por la figura de Jesús) que, en un proceso que puede ir de cuatro a cinco años, se reúnen periódicamente para orar y reflexionar sobre unos materiales que constan de un total de 40 temas. 

Como apunta Pagola, no se trata de lo que entendemos por catequesis, sino de otra cosa: “Estamos en otro plano: es un proceso de conversión a Jesús, directamente, de vuelta a Él. Con todos y entre todos, en un camino comunitario, directo, vivo”.


Siempre articulado en torno al Evangelio, a cada tema se le dedican dos reuniones, aunque puede haber más de considerarse necesario. En la primera, el fin principal es ahondar en el propio texto evangélico, buscando captar la totalidad de su mensaje, por lo que lo leen en un clima de silencio, escucha atenta y reflexión.



En la segunda cita, a través de la conversación pausada, participativa y constructiva, tratan de seguir avanzando en un camino que lleve a la conversión personal de cada uno y a fortalecer el compromiso de todo el grupo en el proyecto de Jesús.


Igualmente, tal y como empiezan todo encuentro escuchando la Palabra, lo concluyen orando el Padrenuestro, de pie y con las manos unidas, formando un círculo. Antes de terminar, todos se dan un abrazo de paz.

Fruto de su experiencia en dinámicas de trabajo con laicos y jóvenes, Pagola se muestra convencido de que los Grupos de Jesús pueden ser un camino eficaz para que, en un futuro próximo, “haya cada vez más comunidades enraizadas en la persona de Jesucristo, con más verdad y más fidelidad”.

La clave, por tanto, está en que todos los miembros sean participativos y aporten sus principales cualidades, progresando así todos a través del enriquecimiento común. Una reacción necesaria




José Antonio Pagola está convencido de que el futuro de la Iglesia pasa por el impulso de pequeñas comunidades vivas, que “serán las que construirán una Iglesia renovada”. Y no es una forma de hablar, sino que ve realmente “urgente” actuar, pues tiene la certidumbre de que estamos ante un cambio de paradigma histórico:



“Vivimos en un presente de gran crisis religiosa, pero parece que todavía no estamos aprendiendo apenas nada de ella y no vemos aún urgente la necesidad de volver a Jesús, y de hacerlo con más verdad y fidelidad, de un modo radical. Por lo general, hoy no estamos trabajando con perspectiva de futuro, pero, probablemente, dentro de unos años, en la Iglesia ya sí se sentirá con fuerza esta necesidad de Jesús. Será cuando la crisis nos vaya despojando de poderes, privilegios, costumbres, tradiciones, lenguajes… Cosas que nos distancian del Evangelio. Pero hay que tener esperanza. Creo firmemente que Jesús salvará a su Iglesia de esta crisis, pues solo Él posee la fuerza renovadora que atrae a las personas. Ahí es donde entran en juego comunidades y proyectos como los Grupos de Jesús, que, desde su modesta contribución, pueden impulsar en el interior de la Iglesia un clima de conversión a Jesucristo. Todavía Jesús puede dar verdaderas sorpresas en la historia de la Iglesia. Tenemos que tener esperanza”.


Publicado por Vida Nueva


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