La
cruz no es signo de aplastamiento: Nuestra comunidad orante puede
personificar a todo el Pueblo de Dios como Judit. Nuestra reunión comunitaria
simboliza la unión de los hermanos dispersos por el mundo e invita a todos los
creyentes a cantar la victoria de Dios, porque hemos recibido la gracia de
poder percibirla en medio de sistemas y estructuras que aparentemente la
contradicen y niegan. Dios ha vencido al mundo en Cristo. La cruz no es signo
de aplastamiento. Es la paradójica señal de la victoria del Resucitado. En la
cruz se ha puesto fin a la guerra y se ha demostrado en la debilidad el
fantástico poder de Dios.
Marcada
por la cruz de Cristo, nuestra fraternidad sigue proclamando obstinadamente el
glorioso mensaje de la resurrección. Con una fe ilimitada confesamos lo que
nadie se atrevería a confesar: que nada puede resistir a la voz del Señor, ni
nosotros, ni los hombres apartados aparentemente de su onda expansiva, ni las
fuerzas adversas del mal.
Es difícil ser testigo contra las apariencias. Pero
nuestra comunidad, como una nueva Judit, ha de confiar en la ya iniciada
instauración del mundo nuevo, de la resurrección victoriosa, que se nos
anticipa ya en el Espíritu
CÁNTICO: Dios, creador
del mundo y protector de su pueblo
Antífona
2: Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
¡Alabad
al Señor con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre
porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tus presencias se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre
porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tus presencias se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
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