Un día 3 de julio de 1886,
en Fuencarral, (Madrid) nos dejó.
Han pasado muchos
años, tantos como se guardan en nuestra memoria, la memoria de los que la
queremos…
Una Mujer valiente que
sonriendo, vence la adversidad y no teme a la soledad, mujer valiente que no
teme amar y sabe perdonar.
Mujer valiente que
cada día trasmitía energía y repartía con sus ojos alegría, mujer valiente que
no permitió que nadie apagara su luz.
Mujer valiente que con
sus brazos abrigaba esperanza, que adornaba con una flor su alma, que lo decía
todo con una mirada.
Mujer valiente que
luchó por lo que creyó, que sin importarla la tormenta mantuvo la fe, no dudo
de su capacidad de amar de verdad.
Mujer valiente cuyas últimas palabras recogen abreviadamente toda una vida de fidelidad, de entrega y constituyen un auténtico tesoro espiritual para el Instituto: "Amaos. Caridad, caridad verdadera. Amor y Sacrificio".
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