PREPARACIÓN AL MATRIMONIO
Como base de la familia, el matrimonio es una institución que afecta de muchas maneras a toda la sociedad. Aun desde el punto de vista económico, es poco “rentable” la inestabilidad del matrimonio que se proyecta en la inseguridad de los hijos.
Más que en cualquier dedicación profesional, parece necesario prever una preparación adecuada para que los contrayentes puedan asumir con madurez y responsabilidad los derechos y deberes de la unión conyugal.
Desde el punto de vista cristiano, el matrimonio no es solamente un compromiso social. Es una vocación. La referencia al Dios del amor y a la comunidad de la caridad es fundamental a la hora de dar el paso que ha de dar origen a una familia cristiana. Casarse en el Señor requiere una adecuada preparación.
En la exhortación Familiaris consortio, el papa San Juan Pablo II nos decía que la Iglesia debe promover programas mejores y más intensos de preparación al matrimonio, “para eliminar lo más posible las dificultades en que se debaten tantos matrimonios, y más aún para favorecer positivamente el nacimiento y maduración de matrimonios logrados” (FC 66).
Han pasado los años. Como se sabe el Papa Francisco convocó una doble asamblea del Sínodo de Obispos, para tratar “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Al final de las sesiones sinodales, el día 24 de octubre de 2015 se hacía pública la relación que el Sínodo presentaba al Santo Padre Francisco.
En ella se dice expresamente que la catequesis prematrimonial es parte integrante de la pastoral ordinaria de la Iglesia. Además, indica algunos temas concretos que han de abordarse en el proceso, sobre todo teniendo en cuenta algunas propuestas muy habituales que se repiten todos los días en la sociedad actual.
De ahí se deduce la exigencia de ampliar los temas formativos en los itinerarios prematrimoniales. Es evidente que han de ser concebidos como programas de formación en la fe y en el amor, integrados en el camino de la iniciación cristiana.
Según la relación sinodal, los cursos de preparación al matrimonio han de ser impartidos por parejas casadas que se consideren capaces de acompañar a los novios antes de las bodas y también en los primeros años de vida matrimonial. Esta dedicación de los matrimonios como guías de nuevas parejas es una forma de valorar el ministerio conyugal.
La relación sinodal concluye afirmando que este reconocimiento pastoral del valor de las relaciones personales puede favorecer la apertura gradual de las mentes y de los corazones a la plenitud del plan de Dios (n.58).
Hace dos años, respondiendo a las preguntas que le habían formulado los jóvenes, el papa Francisco afirmaba: “La «buena noticia» de la familia es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos, con el testimonio de la vida; y ya lo hacen, esto es evidente en las sociedades secularizadas”.
José-Román Flecha Andrés
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