JESÚS, EL MAESTRO Y EL SEÑOR, SE HACE SERVIDOR DE TODOS


Hoy,Jesús, el Maestro y el Señor, se hace servidor de todos. La limpieza de los pies era labor del último de los esclavos de una casa, y justo esa es la misión y el servicio que Jesús toma para sí. Limpiar, sanar, liberar, salvar. Jesús nos muestra en los signos y gestos de esta noche cuál es su profunda identidad, la del diakono, la del servidor, la del que se abaja, que se despoja de su rango, de su manto –símbolo en la antigüedad de identidad y rango- para entregarse por amor, para servicio de los demás, para liberar a todos. Olvidarse de sí, para darse por entero a los demás, para salvar a todos.

Pero ¿liberar de qué? ¿salvar de qué? Liberar y salvar suenan en nuestro mundo como si estuviésemos ante un inminente peligro de catástrofe, de naufragio, de incendio o de algo así. Pero la realidad es a la vez más prosaica y más profunda. Liberar, salvar, plenificar llevan parejos quitar lo que estorba a la persona en su camino de vida -el pecado-, pero es mucho más. La liberación, la salvación que nos brinda la entrega del Nazareno no es exclusivamente la del pecado, es liberarnos de todo lo que no nos deja crecer, desarrollarnos, humanizarnos. Liberarnos del miedo, de la muerte, del sinsentido. Salvarnos es ofrecernos la posibilidad de lograr ser la mejor versión de nosotros mismos, la posibilidad de convertirnos en el sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros, la posibilidad de que nuestra vida, se llene realmente de vida.

¿Y cómo se hace eso? Jesús, hoy, en las palabras con las que comenta su gesto tras lavarles los pies a sus discípulos, a sus amigos, lo dice claro: Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

La forma de plenificarnos, de alcanzar la salvación que nos ofrece Jesús, pasa por hacer de nuestra vida una entrega como la de Jesucristo. La entrega de Jesús por nosotros, que en este Jueves Santo tomó forma definitiva tras una vida de entrega en la predicación, pero hay también una enseñanza en los gestos y signos de esta noche concreta, real, de vida, que nos habla de cómo crecer en el camino de la salvación, de cómo hacer de nuestra vida una experiencia llena de sentido y contenido: sanando, limpiando, liberando, entregándonos nosotros mismos a los demás, como Jesús mismo hizo. 

Hoy Jueves santo, día del amor, de la Eucaristía, del Sacerdocio, día en el que comenzamos este Triduo Pascual, recordamos que la salvación, la liberación, viene de la entrega y el servicio. El de Jesús con nosotros, y el de nosotros para los demás. 

Vicente Niño Orti 

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