No solo queremos vivir el momento, sino capturarlo. Convertir cada ahora en un instante inolvidable, en una fiesta, en un ahora intenso y definitivo. Pero, ¿no hay una trampa en esa invitación a que cada momento tenga que ser sublime? ¿Dónde queda la rutina? ¿Y dónde queda el tiempo, la memoria y los proyectos de futuro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario