
La vocación y preferencias de María Ana no se cierran, de modo absoluto a la docencia. Se abre a la asistencia caritativa a los enfermos, a los que, dice, asistirán las religiosas con extremos de caridad. Y más aún, deja la puerta abierta a lo inexplorado al establecer que sus Hermanas atenderán a otras obras de caridad siempre que tengan los medios para desempeñarlas... ello explica nuestra presencia en asilos de ancianos, misiones, hospitales y otros campos, porque como dice el slogan de su centenario:
"Hoy tenemos en nuestras manos su semilla de ayer"
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