María Ana Mogas, bendecida
y llamada por Dios a su servicio,
tu vida es una antorcha que nos guía,
honor de Dios y gozo de sus hijos.
Dios conquistó y llenó tu corazón,
que ya no conoció dueño distinto,
lo ungió en ternura para los humildes,
le dio a tu trato celestial hechizo.
Enérgica y amable en tu labor,
serena en las penurias y conflictos,
fortaleza obtenías del sagrario,
dulzura y luz del corazón de Cristo.
Abrazada a la cruz, mártir en ella,
olvidabas injurias y perjuicios,
aliviabas dolores y tristezas
con corazón materno y compasivo.
La caridad fue el lema de tu vida,
caridad verdadera, ejemplo vivo,
la seda que a tus hijas les trazaste;
tu testamento, amor y sacrificio.
Himno de Visperas
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