El desierto es un tiempo
inesperado de gracia y purificación que hemos de agradecer a Dios. El seguirá cuidando su proyecto.
Sólo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar
una vez más de la conversión a Jesucristo.
La conversión
verdadera no es algo triste, no es renunciar a vivir, es precisamente lo
contrario, aprender a vivir de manera más sana, aprender a vivir con más amor,
con más verdad, con más alegría interior, con más agradecimiento.
Dios está cerca
de ti, quiere dirigir tu vida, no tengas miedo de acercarte a Él tal como
eres. Cree en esa buena noticia, empezarás a cambiar.
¿Por qué no
vivimos este año, la Cuaresma, haciéndole un poco de sitio a Dios, un poco más
de sitio en nuestra vida?
José Antonio Pagola
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