A veces, es difícil levantarse de la cama, pero no por tener sueño, sino por carecer de ellos. Porque los verdaderos sueños son los que nos hacen salir de nuestros lugares de comodidad y confort. Permanecer en la “cama” puede suponer, muchas veces, resignar el sueño, tanto propio como ajeno.
En este tiempo de cuaresma, la Iglesia nos invita a volver al sueño de Dios, a poner el corazón en su verdadero lugar. No se trata sólo de prácticas externas, es decir, de hacer o cumplir determinados requisitos. La cuestión es más profunda, pues se trata de actitudes, de sacudirse lo que queda de pereza existencial y somnolencia… y arriesgarse a vivir el sueño de Dios. Volver a caminar en dirección a la casa del Padre. Es la invitación de este tiempo.
E Ignaciana
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