Hablar de alegrías no es ignorar la tristeza. Yo asumo mi realidad, comprendo cada aspecto que me ha hecho daño por dentro, y sin embargo, elijo mirar a la vida con fortaleza y optimismo, porque de ese modo, puedo vivir de un modo más pleno e íntegro. Aportando además, bienestar a quienes me rodean.
“Mirar el lado bueno de las cosas” no es en absoluto el típico slogan de cualquier manual de autoayuda. Es ese apoyo cotidiano en el que dejarnos caer a modo de salvavidas para seguir a flote. Pensemos en ello durante un momento: es posible que muchos de nosotros hayamos pasado momentos difíciles, y que el presente que tenemos ahora mismo, no sea precisamente próspero. No obstante, si yo focalizo mi día a día en la negatividad, no habrá manera de avanzar, no habrá modo de salir de ella.
Y hemos de ir con cuidado, porque la negatividad es como una enfermedad que se adhiere y que asfixia, y no solo eso, en ocasiones hasta es contagiosa.
Focalizar nuestras miras en lo positivo, y hablar de alegrías, nos cauteriza por dentro y a su vez, aportamos positividad a quienes nos rodean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario