DIOS TE REGALA LA PRESENCIA DE MARÍA

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    Dios te regala la presencia de María, la mujer humilde que se dejó acompañar por el Espíritu Santo hacia la plenitud. Recíbela en tu casa. Vive con Ella. Invócala con cariño.

    Alégrate, haz fiesta en tu corazón en este día. «Bendita tú María hija de los pobres, que has llegado a ser madre del Señor de los reyes. En tu seno habitó aquel de cuya alabanza están llenos los cielos»

    Contempla a María Inmaculada: la mujer visitada por Dios, la obra más bella de Dios, la amiga cercana y entrañable, el cántico nuevo de Dios en el mundo.

    «María, durante muchos años, permaneció en intimidad con el misterio de su Hijo, y avanzaba en su itinerario de fe» (Papa Francisco, EG 287).

    Evangelio de Lucas 1,26-38

    «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo… No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. El Espíritu Santo vendrá sobre ti… el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios… Para Dios nada hay imposible… Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra». Todo lo de la Madre es para sus hijos. Contemplamos en nuestro interior estas palabras que Ella escuchó y guardó en su corazón: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo…».

    «La Palabra de Dios irrumpe con fuerza en la tierra de María, para regarla con su gracia y revestirla de posibilidades: El Ángel del Señor le dice: “Alégrate; no temas; para Dios nada hay imposible”. Esa voz de Dios fecunda nuestra angustia, nuestros miedos, nuestros anhelos y nuestras oscuridades. 

    Frente a la angustia, la Voz del Señor dice: Alégrate.
    Frente a los miedos de la vida: Estoy contigo, no temas.
    Frente a los anhelos y sueños: Para Dios nada hay imposible. 

    Y, sin pedir una luz que adelante los acontecimientos, sin pedir claridad, confiando en Aquel que se fio de ella y de su pequeñez, María responde, en medio del no saber: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”» (Miguel Márquez, carmelita descalzo).

    María, que mi vida sea casa abierta para el Señor, música alegre y gratuita para los demás, transparencia donde los demás descubran a Dios. 

    Cipecar

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