ENCUENTRO CON MARÍA EN EL ADVIENTO

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La Inmaculada es la fiesta de una mujer a quien la esperanza le creció por dentro y se le asomó como fruto de salvación para todos. Dios nos dice cosas muy bellas en María. Ella, desde su limpieza de corazón, es espejo que nos permite vernos por dentro, es guía en los caminos del Adviento.

Acogedora de las promesas de Dios  

Así se nos presenta María. Todo el misterio de Dios pasa por su corazón creyente. La Palabra, cargada de promesas, va tejiendo su vida interior. En su interioridad se prepara la Alegría para nacer en nuestro mundo.

Así puedes colocarte tú. Tu futuro no brota del presente; es tu presente el que brota del futuro que Dios te invita a soñar y a esperar. 

Abre tus manos y permanece así unos instantes. Busca el silencio y deja que la misericordia del Señor, que viene a salvarte, limpie tu corazón. No dejes que tu tierra reseca se olvide del agua viva. Escucha una promesa de Dios y deja que te ensanche el corazón, que rompa tus pesimismos y desesperanzas.

Porque hay promesas de Dios ha esperanza. Hay muchas en los textos litúrgicos del Adviento. “Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará” (Is 35,7). Orienta la mirada hacia tu interioridad.

Ora rumiando las promesas de Dios, como hace María. Las promesas pueden parecerte lejanas, sin embargo, si las acoges, ya te están dando vida.

Cipe

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