“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería” (Hch 2,1-4).
Donde nace la comunidad, espiritual y misionera, allí está María. En los albores del anuncio del Evangelio a todos los pueblos, está María, colocada en el centro de la Historia de la Salvación.
Cuando el revuelo del Espíritu pone a todos en camino misionero, allí está María, alentando todo envío, ofreciendo a todos la ternura para el camino.
Urgida por la misma fe que la hizo bienaventurada, María forma parte de la misión de la Iglesia, que introduce a los hombres y mujeres en el reino de Jesús.
“En la mañana de Pentecostés María presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza” (EN, 82). “La Iglesia, que con nueva lucidez y decisión quiere evangelizar en lo hondo, en la raíz, en la cultura del pueblo, se vuelve a María para que el Evangelio se haga más carne, más corazón del pueblo”.
Cuando el revuelo del Espíritu pone a todos en camino misionero, allí está María, alentando todo envío, ofreciendo a todos la ternura para el camino.
Urgida por la misma fe que la hizo bienaventurada, María forma parte de la misión de la Iglesia, que introduce a los hombres y mujeres en el reino de Jesús.
“En la mañana de Pentecostés María presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza” (EN, 82). “La Iglesia, que con nueva lucidez y decisión quiere evangelizar en lo hondo, en la raíz, en la cultura del pueblo, se vuelve a María para que el Evangelio se haga más carne, más corazón del pueblo”.
Cipecar
No hay comentarios:
Publicar un comentario