VIAJEROS SOLITARIOS O ACOMPAÑADOS

Señor
Como tú, muchos entre nosotros tienen que salir de la casa conocida, hacia tierras que desconocen.
Solos o con la familia, viajando para encontrar trabajo y así salvar la vida.
Viajando dentro o fuera del país, pero siempre con una misma preocupación: ganarse la vida.
Señor
Son muchas las personas que viven fuera de su casa, lejos de sus familias, lejos también de ti, y lejos de su propio interior.
Azares de la guerra o azares de la paz.
Emigrantes por necesidad o por libre voluntad.
Señor

Muchos gastan su vida sin llegar a encontrar un sitio fijo, un trabajo estable o un lugar reposado que garantice su seguridad y su felicidad.
Muchos cambian con frecuencia de lugar, de oficio, de trabajo, de amigos y a veces también de pareja y aun de familia.
Señor

Nuestro destino parece ser tener que vivir viajando, vivir dando la bienvenida un día y el saludo de despedida otro.
Vivimos separándonos frecuentemente unos de otros, cambiando siempre de lugar.
Peregrinar y cambiar es el sino del hombre.
Señor
Estas personas necesitan mayor comprensión y ayuda que los otros.
Y no siempre lo encuentran en quienes creen que su casa, su país, su trabajo ha de ser sólo para los que nacieron en su tierra.
Y se les niega el derecho a la vida y al trabajo, o tienen que luchar y defender este derecho contra otros.
Señor

Algunos hombres no entienden que la tierra, el mundo, es sólo de Dios y que Dios lo da a todos los hombres por igual.
Tú eres el que das derecho a vivir en este mundo y en esta tierra.
Y con el derecho nos exiges la obligación de convivir en igualdad de oportunidades, de respeto y de libertad.
Señor
Pocos entienden que todos los hombres, sin discriminación de color o de raza, tienen el mismo derecho a elegir y poder vivir en cualquier parte del mundo.
Pocos reconocen que el mundo es tu casa, que cedes a todos los hombres, porque son tus hermanos por voluntad de Dios.
Señor
Nosotros hemos inventado las lenguas distintas y las fronteras entre países.
Y creemos que esto nos da derecho a decir: esto es mío, esto no es tuyo.

O ésta es mi tierra y mi casa, y no es la tuya.
Señor

Porque somos así, nuestra vida sobre el mundo se va haciendo muy difícil.
Y porque somos así, nuestra vida es la de viajantes inquietos.
Y muchas veces también vida de solitarios y extraños entre los mismos vecinos y compañeros de trabajo.
Señor
A veces hay excepciones y alivios.
Hallamos en nuestro camino gente con corazón bueno y sencillo, que nos mira y nos invita sin palabras a su casa y nos hace huéspedes de su mesa.

Pienso que éstos son los que tú envías, para que el mundo no sea tan duro ni la vida tan penosa.
Estas gentes son tus imágenes vivas, las que hablan de tu bondad, sin saberlo ellas mismas.
Señor
Gracias por haber encontrado en las rutas del mundo esta gente que abre sus puertas, su corazón y su amistad.
Gracias por estas personas que alargan su mano, que miran nuestra cara con ojos de acogida y simpatía.
Señor
En estos casos recuerdo más que nunca aquella promesa que un día nos hiciste:
— Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Señor
Estas palabras salieron de tu corazón cuando tenías que despedirte de nosotros y volver al cielo.

Nadie se ha podido despedir diciendo con tanta verdad palabras más consoladoras.
Los otros que se despiden nos dejan casi siempre para toda la vida.
Sólo tú podías despedirte quedándote entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Señor

Sé que, además, tu permanencia en este mundo se da dentro de cada uno de nosotros por la vida de la Gracia divina.
Y que tu presencia es viva por medio del Espíritu que nos envías para que habite en nosotros.
Señor
Es tu presencia y compañía compartiendo nuestro viaje por la vida, de aquí para allá, lo que nos puede hacer soportar la soledad humana.
Lo que nos da fuerza y ánimo en la vida.
Lo que nos da esperanza de que siempre podemos contar con tu ayuda.
Miguel Beltrán

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