Nuestra atención hoy se centra en Jesucristo porque El es el Sumo y Eterno
Sacerdote. Lo adoramos, lo bendecimos y le damos gracias. Jesucristo es
el Sumo y Eterno Sacerdote porque es el único Mediador entre Dios y los
hombres; y la única Víctima del Sacrificio.
Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, no es un misterio
distante. Su mediación no es algo lejano.
El ha querido prolongar el ejercicio de su sacerdocio en favor de los
hombres, eligiendo a algunos de estos y haciéndolos partícipes de su
poder sacerdotal. Somos nosotros, los sacerdotes, llamados a una
especial intimidad con el Señor que nos marca con carácter eterno y nos
capacita para renovar incruentamente el mismo Sacrificio del Calvario y
causar la aplicación de la Sangre redentora a los hombres. Sí, somos
sacerdotes de Cristo.
Carlos Lledó López
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