FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

Nos acercamos al mes de noviembre. Un mes que comienza no con la celebración de todos los santos Es decir, que anteponemos la vida a la muerte; la vida en Dios, en el cielo, de quienes se abrieron, en la vida y en la muerte, a su bondad y a su misericordia, en la fe, la esperanza y el amor.
En la fiesta de Todos los Santos celebramos los méritos de todos los santos. Eso significa sobre todo celebrar los dones de Dios, las maravillas que Dios ha obrado en la vida de estas personas, su respuesta a la gracia de Dios, el hecho de que seguir a Cristo con todas las consecuencias es posible.
En la fiesta de Todos los Santos celebramos los méritos de todos los santos. Eso significa sobre todo celebrar los dones de Dios, las maravillas que Dios ha obrado en la vida de estas personas, su respuesta a la gracia de Dios, el hecho de que seguir a Cristo con todas las consecuencias es posible.
Una multitud inmensa de santos canonizados y otros no canonizados. Ellos han llegado a la plenitud que Dios quiere para todos. Celebramos y recordamos también la llamada universal a la santidad que nos hace el Señor: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48).
BIENAVENTURANZAS PARA SER SANTOS

Bienaventurado si, en aquello que haces, no eres negativo: verás que hay muchas cosas positivas en ti.
Bienaventurado si, en lo que realizas, eres inconformista: porque experimentarás que la mano de Dios te empuja a superarte a ti mismo.
Bienaventurado si, en tu camino, no vives de espaldas a los demás: comprobarás que Dios te rodea con gente que te quiere.
Bienaventurado si, en lo que piensas, no buscas solamente tu beneficio personal: alcanzarás felicidad promoviendo el bienestar de los demás.
Bienaventurado si, allá donde trabajas, vas al fondo de las cosas: porque contribuirás a perfeccionar la creación del mismo Dios.
Bienaventurado si, en las pequeñas cosas de cada día, te mejoras y potencias a los demás: descubrirás que la santidad se talla con pequeños golpes.
Bienaventurado si, aún mirando al cielo, eres consciente de que tú puedes hacer algo por la tierra: te dará satisfacción el sembrar el amor de Dios en medio de los hombres.
Bienaventurado si, observando el mundo que te rodea, no te conformas con ser un mero autómata y pides ayuda de las alturas: tus fuerzas lejos de disminuir, serán inagotables por la presencia divina.
Bienaventurado si, ante tantas situaciones de miseria, tu corazón no se endurece: Dios recordará las veces en que fuiste sensible.
Bienaventurado si, en la soledad que te acecha, descubres la comunión con Dios y con tantos hombres y mujeres que te han precedido, sentirás en propia carne el secreto de aquellos que murieron con esperanza: Jesucristo.
Bienaventurado si, a pesar de los tropiezos, te mantienes en pie: te darás cuenta que la fidelidad es más auténtica cuando se prueba con las dificultades.
Bienaventurado si, contemplando los santos de madera, no te confundes con lo auténticamente importante: hay que tener buena madera para ser un buen santo.
Bienaventurado si, contemplando a los santos, no te desanimas: ellos también –en muchos sentidos- fueron como tú, de carne y hueso.
Bienaventurado si, rezando ante los santos, no miras demasiado arriba: ellos vivieron comprometidos en la cruda realidad de aquí abajo.
Bienaventurado si, pensando en los santos, no los ves demasiado lejos: porque forman parte de nuestra gran familia. La familia de los hijos de Dios.
Bienaventurado si, les das movimiento a los santos: porque lejos de estar muertos son motor para nuestra vida, ejemplo para nuestras obras, aliento para nuestras palabras.
Bienaventurado si, lejos de parecerte un imposible, descubres que la santidad puede cambiar tu vida: el Espíritu encontrará contigo un aliado perfecto para construir el reino de Dios en la tierra.
Bienaventurado si, lejos de sentirte un bicho raro, te ves original: Dios te hará ser luz en la oscuridad y punto de referencia en una sociedad donde se confunde todo.
Bienaventurado si, en la Eucaristía, encuentras una fuente para tu sed y alimento para tu hambre, porque edificarás tu vida en los mismos cimientos que los santos levantaron su propia existencia: el amor de Cristo.
Javier Leoz
SÍNODO AMAZÓNICO

El texto en español es la única versión oficial y lo descargas aquí
CADA DÍA DE TU VIDA
Intercambia una palabra amable con un amigo.
Regala una sonrisa.
Revela un secreto.
Escucha lo que alguien trata de decir.
Escucha de corazón lo que alguien no puede expresar.
Intenta algo nuevo.
Regala una sonrisa.
Revela un secreto.
Escucha lo que alguien trata de decir.
Escucha de corazón lo que alguien no puede expresar.
Intenta algo nuevo.
Perdona a alguien que te haya herido.
Perdónate tus errores pasados.
Date cuenta de tus imperfecciones.
Descubre tus posibilidades.
Haz un nuevo amigo.
Acepta la responsabilidad de todo lo que haces.
Rechaza la responsabilidad de las acciones de los demás.
Sueña un sueño.
Contempla la puesta de sol.
Valora lo que tienes.
Valora lo que eres.
Ama tu vida. ES UN REGALO QUE DIOS TE HA HECHO.
Perdónate tus errores pasados.
Date cuenta de tus imperfecciones.
Descubre tus posibilidades.
Haz un nuevo amigo.
Acepta la responsabilidad de todo lo que haces.
Rechaza la responsabilidad de las acciones de los demás.
Sueña un sueño.
Contempla la puesta de sol.
Valora lo que tienes.
Valora lo que eres.
Ama tu vida. ES UN REGALO QUE DIOS TE HA HECHO.
R de Luz
LO QUE TÚ QUIERAS
Señor,
como tú quieras, debe sucederme,
y como tú quieras, así quiero caminar,
ayúdame sólo a comprender tu voluntad.
como tú quieras, debe sucederme,
y como tú quieras, así quiero caminar,
ayúdame sólo a comprender tu voluntad.
Señor,
cuando tú quieras, entonces es el momento,
y cuando tú quieras, estoy preparado,
hoy y en toda la eternidad.
Señor,
lo que tú quieras, eso lo acepto,
y lo que tú quieras, es para mí ganancia,
basta con que yo sea tuyo.
Señor,
porque tú lo quieres, por eso es bueno,
y porque tú lo quieres, por eso tengo valor,
mi corazón descansa en tus manos.
Beato Rupert Meyer
OCTUBRE, MES MISIONERO
“Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”
El Papa recuerda que “el corazón de la misión de la Iglesia es la oración”.
“Este Mes Misionero Extraordinario recemos para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera para todos los bautizados y enviados por la Iglesia de Cristo”.
Debemos “llegar a las periferias, a los ambientes humanos, a los ambientes culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio”, pues “en esto consiste lo que llamamos missio ad gentes“.
“He pedido a toda la Iglesia que durante el mes de octubre de 2019 se viva un tiempo misionero extraordinario, para conmemorar el centenario de la promulgación de la Carta apostólica Maximum illud del Papa Benedicto XV (30 noviembre 1919). La visión profética de su propuesta apostólica me ha confirmado que hoy sigue siendo importante renovar el compromiso misionero de la Iglesia, impulsar evangélicamente su misión de anunciar y llevar al mundo la salvación de Jesucristo, muerto y resucitado”.
Cipecar
SI LLEVAS A DIOS
Si llevas a Dios , en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en lo más dulce de todos los horizontes.
Si llevas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia , Él llena de júbilo el universo.
Si llevas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie porque nada puedes perder, y todas las fuerzas del cosmos serían impotentes para quitarte tu heredad.
Si llevas a Dios , ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el más humilde ni el más alto.
Amado Nervo
Si llevas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia , Él llena de júbilo el universo.
Si llevas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie porque nada puedes perder, y todas las fuerzas del cosmos serían impotentes para quitarte tu heredad.
Si llevas a Dios , ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el más humilde ni el más alto.
Amado Nervo
MISIÓN DE LA IGLESIA EN LA AMAZONIA Y EN EL MUNDO
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“La misión fundamental de la Iglesia: Anunciar con entusiasmo a Jesús, Salvador”.
El texto enviado este 21 de octubre es la cuarta entrega del Cardenal Jorge Urosa en el marco del Sínodo Amazónico que se realiza en el Vaticano.
“Sin duda, la misión fundamental de la Iglesia es anunciar a Jesucristo. Este punto ha sido acertadamente puesto de relieve por uno de los círculos menores. Y muy bien que lo hayan indicado. Se trata del centro de la misión de la Iglesia. Todos los otros temas: el ecológico, el social, el cultural, incluso el pastoral de los ministerios, la organización y la autoridad en la Iglesia son importantes pero secundarios”, afirma el Cardenal en su nuevo texto.
Estamos ya cerca de la culminación del Sínodo, y han sido dadas a conocer las relaciones de los diversos círculos menores. Muy interesantes y retadoras. Algunas innovadoras. Por supuesto habrá que considerar esas propuestas en la votación final.
Independientemente de lo que pueda suceder entonces, hay un punto clave para la revitalización de la Iglesia en Amazonia, que quiero destacar en este artículo. El Sínodo debe abiertamente proclamar que la Misión fundamental de la Iglesia es el anuncio de Jesucristo como nuestro Salvador
Y esto tanto para las comunidades indígenas de los Vicariatos misioneros, como para las Iglesias ya establecidas como Arquidiócesis y Diócesis y la Iglesia Universal. Es la necesidad de fortalecer la evangelización, el anuncio claro, explícito y abierto de Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida, aquel en el cual se esclarece el misterio del ser humano, y toma sentido toda sabiduría humana.
EVANGELIZAR: LA MISION FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA
Sin duda, la misión fundamental de la Iglesia es anunciar a Jesucristo. Este punto ha sido acertadamente puesto de relieve por uno de los círculos menores. Y muy bien que lo hayan indicado. Se trata del centro de la misión de la Iglesia. Todos los otros temas: el ecológico, el social, el cultural, incluso el pastoral de los ministerios, la organización y la autoridad en la Iglesia son importantes pero secundarios.
Lo que realmente interesa es que la Iglesia Católica en la Amazonia, así como en el mundo entero, viva y anuncie con la alegría del Evangelio –como nos pide el Papa Francisco–, su fe en Jesús, Dios de Dios, luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, el Rey de Reyes y el Señor de los Señores. El principio y el fin.
INCULTURAR EL EVANGELIO Y ANUNCIAR A JESÚS, CAMINO VERDAD Y VIDA
En efecto. ¡Hay que evangelizar e inculturar el Evangelio de Jesucristo! Claro está que no se trata de llevar la cultura europea u occidental a los indígenas. Se trata de presentar a Cristo como el Salvador y Redentor, como el amigo y hermano, con sus exigencias de cambio de vida, en el orden familiar, en la convivencia social, en el mundo económico, en cuanto al rechazo de los ídolos, y de la esclavitud a las fuerzas de la naturaleza. Que el Evangelio realmente entre en las culturas. Eso es Inculturar el Evangelio.
Y esto supone evangelizar abierta y explícitamente. No simplemente dialogar y acompañar. Claro que hay que hacer eso, pero también hay que ofrecer y presentar a Jesús. Recordemos a San Pablo: “¡Ay de mi si no evangelizara!” (1Co 9,16) La misión de la Iglesia es anunciar el Evangelio. Y sabemos que Cristo nos cambia radicalmente y crea el hombre nuevo, la nueva comunidad, la nueva familia, santificada por la gracia sacramental.
“Sin duda, la misión fundamental de la Iglesia es anunciar a Jesucristo. Este punto ha sido acertadamente puesto de relieve por uno de los círculos menores. Y muy bien que lo hayan indicado. Se trata del centro de la misión de la Iglesia. Todos los otros temas: el ecológico, el social, el cultural, incluso el pastoral de los ministerios, la organización y la autoridad en la Iglesia son importantes pero secundarios”, afirma el Cardenal en su nuevo texto.
Estamos ya cerca de la culminación del Sínodo, y han sido dadas a conocer las relaciones de los diversos círculos menores. Muy interesantes y retadoras. Algunas innovadoras. Por supuesto habrá que considerar esas propuestas en la votación final.
Independientemente de lo que pueda suceder entonces, hay un punto clave para la revitalización de la Iglesia en Amazonia, que quiero destacar en este artículo. El Sínodo debe abiertamente proclamar que la Misión fundamental de la Iglesia es el anuncio de Jesucristo como nuestro Salvador
Y esto tanto para las comunidades indígenas de los Vicariatos misioneros, como para las Iglesias ya establecidas como Arquidiócesis y Diócesis y la Iglesia Universal. Es la necesidad de fortalecer la evangelización, el anuncio claro, explícito y abierto de Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida, aquel en el cual se esclarece el misterio del ser humano, y toma sentido toda sabiduría humana.
EVANGELIZAR: LA MISION FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA
Sin duda, la misión fundamental de la Iglesia es anunciar a Jesucristo. Este punto ha sido acertadamente puesto de relieve por uno de los círculos menores. Y muy bien que lo hayan indicado. Se trata del centro de la misión de la Iglesia. Todos los otros temas: el ecológico, el social, el cultural, incluso el pastoral de los ministerios, la organización y la autoridad en la Iglesia son importantes pero secundarios.
Lo que realmente interesa es que la Iglesia Católica en la Amazonia, así como en el mundo entero, viva y anuncie con la alegría del Evangelio –como nos pide el Papa Francisco–, su fe en Jesús, Dios de Dios, luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, el Rey de Reyes y el Señor de los Señores. El principio y el fin.
INCULTURAR EL EVANGELIO Y ANUNCIAR A JESÚS, CAMINO VERDAD Y VIDA
En efecto. ¡Hay que evangelizar e inculturar el Evangelio de Jesucristo! Claro está que no se trata de llevar la cultura europea u occidental a los indígenas. Se trata de presentar a Cristo como el Salvador y Redentor, como el amigo y hermano, con sus exigencias de cambio de vida, en el orden familiar, en la convivencia social, en el mundo económico, en cuanto al rechazo de los ídolos, y de la esclavitud a las fuerzas de la naturaleza. Que el Evangelio realmente entre en las culturas. Eso es Inculturar el Evangelio.
Y esto supone evangelizar abierta y explícitamente. No simplemente dialogar y acompañar. Claro que hay que hacer eso, pero también hay que ofrecer y presentar a Jesús. Recordemos a San Pablo: “¡Ay de mi si no evangelizara!” (1Co 9,16) La misión de la Iglesia es anunciar el Evangelio. Y sabemos que Cristo nos cambia radicalmente y crea el hombre nuevo, la nueva comunidad, la nueva familia, santificada por la gracia sacramental.
Esto nos exige a nosotros los agentes de pastoral, y especialmente a los obispos, sacerdotes y consagrados, una continua conversión personal y pastoral. Que reconozcamos personal y vivamente a Jesucristo como el Señor de la creación y de la Historia, como el Buen Pastor, como la luz del mundo, como nuestro Salvador. Y lo presentemos así a nuestros hermanos.
Aciprensa
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