¿DE QUÉ DEPENDE LA FELICIDAD?

Según Frankl cuanto más el hombre busca su propia felicidad, entendida cómo búsqueda de bienestar, más se diluye y se pierde a sí mismo, haciéndose infeliz. La felicidad para él no es algo buscado en sí mismo, sino la consecuencia de una vida con sentido, de una vida orientada más allá de uno mismo (autotrascendencia).
Personas que viven según los estándares de “felicidad” del mercado y de la cultura orientada hacia el éxito, muchas veces sienten que la vida no tiene sentido y el vacío existencial los aplasta hasta sentir que la vida es absurda. 
Solo quienes tienen una razón para vivir, un sentido por el cual dar todo de sí, alcanzan la felicidad. Esto tiene que ver con el amor, con vivir para otros, con entregarse y no tanto con pensar en pasarlo bien. Las personas más felices son personas entregadas a una causa o a otras personas, son personas que incluso en situaciones de gran sufrimiento, pueden sobreponerse y encontrarle sentido a su existencia.
Quienes no viven por vivir, sino que toman las riendas de su vida. Personas que nos parecen excepcionales, lo son, porque en realidad viven con sentido, porque son realmente felices. 
Tal vez no debamos preguntar a las personas si son “felices”, porque la palabra ha sido demasiado malgastada y abusada, incluso se la asocia muchas veces a un estado ideal e inalcanzable.
Tal vez siguiendo a Frankl sea más claro preguntar: ¿Tiene sentido tu vida? ¿Cuál es la razón por la que vives? ¿Cuál es la finalidad de la vida? Allí encontraremos la respuesta a qué entendemos existencialmente por ser felices. Para Frankl la respuesta está en salir de uno mismo al encuentro de lo que nos trasciende. 
Aleteia

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