Basta contemplar tu paso por nuestra vida para comprobar que nos has hecho una gran misericordia. Cada día. Danos ojos para ver, oídos para escuchar, y un corazón abierto para comprender cómo tú te derramas en nuestra vida, y la llenas, en todo momento, de misericordia. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
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