LA PALABRA SE HACE CARNE


Únete a los millones de personas que se acercan a contemplar el Misterio: Dios hecho palabra, acontecimiento, cercanía. ¡Dios, hecho uno de nosotros!

Tu Misterio me alcanza, Dios mío,
me alcanza y envuelve.
En la paz y el misterio de la noche
caminas hacia mí.

Mira detenidamente, con ojos de estupor y de sorpresa, la escena que tienes delante: José y María con el Niño. La Palabra, hecha carne, ha acampado entre nosotros. Interioriza lo que contemplas para que el Misterio te nazca por dentro.

Al mirarte, Jesús,
veo el amor y la ternura.
Al mirarte, Jesús,
noto que tu amor y tu ternura
se siembran en mi corazón.

Abre tus manos, ofrécele al Niño Dios tu barro, tu pequeñez, tu pobreza. Acoge con sencillez lo que Él te regala. Tu Palabra es creadora: me hace nacer de Dios, me hace hijo/a de Dios.

Tu Palabra es vida: me hace creativo/a, contigo, de una nueva humanidad.

Tu Palabra es luz: aleja de mí toda tiniebla, hace brotar en mi corazón un surtidor de claridad.

Tu Palabra se hace carne y me enseña a mirar a todo ser humano con una semilla de amor en los adentros.

Lleva siempre contigo la Palabra. ¡Que te resuene por dentro! Canta villancicos. «Abraza al Dios nacido, como la Virgen Madre. Tuyo es» (Beata Isabel de la Trinidad).

Sonríe. Sé un espacio de la ternura de Jesús para los que están cerca de ti.

Cipecar

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