MARÍA, LA BUENA ESPERANZA


María está encinta, embarazada, por obra del Espíritu Santo, de Jesús, el que va a ser el Salvador.

A la Virgen embarazada, que no se suele ver mucho o hablar mucho de ella, se la ha llamado, tradicionalmente, la Virgen de la Buena Esperanza.

En la tercera semana de Adviento se celebra la festividad de la Virgen de la Esperanza, ya que es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con «La Expectación del Parto», o «El día de Santa María» como se le llamó también en otro tiempo, o «Nuestra Señora de la O» como popularmente también se le denomina hoy.

La representación de la Virgen en la espera del parto, denominada con el nombre de Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, se volvió frecuente a fines de la Edad Media, cuando se instituyó la fiesta de la Expectación de la Virgen, celebrada el 18 de diciembre.

En las diversas culturas hallamos diferentes representaciones de la Virgen de la Esperanza, o de la Buena Esperanza, o Virgen del Parto, o Virgen de la Expectación (las variaciones y connotaciones de cada título son extensísimas). Y así la vemos ataviada con los ropajes costumbristas de cada región, país o zona subcontinental (especialmente en ámbito latino), o bien una Inmaculada Concepción pero con barriguita, es decir, indicando que la Virgen (misterio de la virginidad de María) se ha quedado embarazada «sin conocer varón» (que está en el origen del misterio de la inmaculada concepción de Jesús). Y así las representaciones se multiplican.

En Oriente, se habla del Icono de la Virgen del Signo, o Virgen del Adviento, la cual lleva en su seno a Jesús,

Cipe

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