NOS ASOMAMOS A LA VIDA DEL ELEGIDO DE DIOS


Aquí está mi siervo a quien protejo;
mi elegido, en quien mi alma se complace.
He puesto en él mi espíritu,
para que traiga la justicia a las naciones.
No gritará, no alzará el tono,
no hará oír su voz por las calles.
No romperá la caña cascada
ni apagará la mecha humeante.
Traerá, con toda seguridad, la justicia.
No desistirá. No desmayará
hasta que implante en la tierra
la justicia y sus leyes, que las islas esperan.
Esto dice el Señor, Dios,
el que creó los cielos y los desplegó,
el que asentó la tierra
y sus productos,
el que da aliento
al pueblo que la habita
y soplo a los seres que se mueven en ella:
Yo, el Señor, te he llamado
para la justicia,
te he tomado de la mano
y te he formado,
te he puesto como alianza del pueblo
y luz de las naciones,
para abrir los ojos a los ciegos,
para sacar a los presos de la cárcel,
del calabozo a los que viven en tinieblas…(Isaías 42,1-7)

Elegido por Dios. Como tú, como yo. Elegidos, porque somos únicos. Porque nuestra forma de ser, la palabra que puede salir de nuestros labios, nadie más la podrá pronunciar. Elegidos desde una ternura que atraviesa la eternidad para mostrarnos lo importantes que cada uno somos. Como en las leyendas, en las grandes obras de la literatura, en los mitos, en los mejores relatos: el elegido tiene una misión. Estos días nos asomamos a la vida del “elegido” de Dios,: Jesús. Y al mismo tiempo nos hacemos conscientes de que también nosotros, tú, y yo, hemos sido elegidos por Él, para traer la justicia a las naciones. ¿Qué responderemos?

Pastoralsj

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