ADESTE, FIDELES

EVANGELIO DE SAN JUAN 1, 1-18

NACIMIENTO

El universo nos sonríe con cada recién nacido que irrumpe en nuestra historia. La infancia nos evoca la inocencia, que nunca deberíamos perder. Nos reconcilia con nuestra vulnerabilidad, que tanta aprensión nos genera. Es una promesa de novedad, de esperanza, de ilusión.

Día tras día, la vida asoma de nuevo en cualquier rincón del planeta. Cada niño que reclama nuestra atención es un regalo. Nos invita a soñar en un proyecto vital en el que nos sentimos partícipes. Nos obliga a renunciar a nuestro protagonismo para cedérselo a alguien incapaz de valerse por sí mismo.

Cada pequeño es una lección de humanidad. No se trata de una disertación teórica sobre el amor, sino de una experiencia interpelante que nos hace madurar. Salimos de nosotros mismos, abandonamos las trincheras de nuestros egoísmos para implicarnos en una tarea generosa, para comprometernos en una misión heroica.

Y así, en este arrebato de desprendimiento, somos rescatados de nuestra ruindad. Superamos la miopía existencial que nos limita. Traspasamos el cerco de la mezquindad de nuestros intereses inmediatos. Podemos disfrutar del genuino sabor de la vida.

Vuelve a prender en nuestro interior la llama del cariño. Recuperamos el sentido de la ternura. Y, en el fondo, nos sentimos profundamente amados por alguien tremendamente necesitado.

Con cada nacimiento, nacemos de nuevo. Las negruras del egoísmo se desvanecen ante la urgencia del amor. La esperanza desbanca al pesimismo.

En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías anunciaba algo extraordinario: “Nos ha nacido un niño” (Is 9, 5). Sí, en efecto, un recién nacido es un milagro digno de ser proclamado por un profeta. Es más, en sí mismo es un acontecimiento profético. Nos revela como Dios sigue apostando por el ser humano.

Navidad es tiempo de celebrar la vida: el Nacimiento de Jesús y todos los nacimientos. Con figuritas podemos construir nuestro propio Belén recordando el Nacimiento que imbuye de sentido a tantos nacimientos. Se trata, sin lugar a dudas, de una noticia de tal envergadura que merece ser proclamada por un insigne mensajero: un ángel. “Nos ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,11).

 

LA LUNA Y LA ESTRELLA

EVANGELIO DE SAN MATEO 2, 13-15. 19-23

ONCE MILLONES DE LEDS

Estos días en la calle todo son luces y adornos. No está del todo mal. Nos ayuda a acordarnos de que estos días no son días cualesquiera. Nos distraen de las ocupaciones, de las rutinas… Pero hasta ahí. No dejan de ser eso, una distracción, un maquillaje… y una “desfiguración” de uno de los grandes símbolos de la Navidad: la Luz.

Ese es el gran anuncio de este tiempo. En Nochebuena, en la misa de medianoche, se proclama una profecía que Isaías pronunció hace 2700 años en uno de los momentos más delicados de la historia del Pueblo. Acababa de caer el Reino de Israel. Diez de las tribus habían, de facto, dejado de existir. La mayor maquinaria de guerra que había conocido la humanidad (el ejército asirio) amenazaba la existencia de Judá. Todo parecía perdido en una noche amarga y oscura.

En medio de ella, Isaías va y dice: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló» (Is 9,1). Habla de alegría, gozo, paz… Todo a causa del regalo de un niño, de la vida. Posiblemente el profeta pensara en Ezequías, sobre quien “pesaba” otra profecía, la del Emmanuel (Is 7,14), también pronunciada en un momento difícil cuando Siria e Israel se habían aliado contra Jerusalén.

Humanamente es paradójico que esos dos momentos donde el desenlace más probable parecía la muerte, el Espíritu moviera a Isaías a anunciar la vida que es signo de la presencia constante de Dios junto a los suyos. Por eso no es de extrañar que, siglos más tarde, Mateo y Lucas recuperan precisamente estas dos profecía cuando narran e interpretan el nacimiento de Jesús.

De eso va la Navidad. De eso, de hecho, va toda la existencia cristiana. De que Dios viene a los espacios más tenebrosos de nuestra vida, esos lugares en los que nos hemos ya rendido, de los que tenemos miedo, los que nos dan vergüenza, los que tratamos de ocultarnos incluso a nosotros mismos… y allí hace que brillen la Luz y la Vida.

Ricardo Sanjurjo


 

DÉJATE MIRAR

Si es Navidad, quizá solo tengas que aprender a mirar… a mirar de otra manera, a mirarte con paz. Si es Navidad, déjate mirar como eres y descubrirás que es posible… también la felicidad.

Luis A. Gonzalo

CUATRO NAVIDADES

No es necesario ser experto en sociología religiosa para constatar que hay por lo menos cuatro tipologías o formas de celebrar la Navidad, aunque muchas veces se encuentren muy entrelazadas.

  1. Está la Navidad del consumo y de la ideología del mercado, de las compras de regalos en los grandes centros comerciales, de Papá Noel, Coca Cola y el Black Friday. Se iluminan las calles de las ciudades, se celebra el solsticio de invierno en el hemisferio Norte y el del verano en el hemisferio Sur, se festeja el fin y el comienzo del año. Es una fiesta cívica, secular, cósmica, que se celebra incluso en países donde los cristianos son minoría.
  2. Está la Navidad tradicional, una tradición de origen cristiano que forma parte de la cultura del mundo occidental: el encuentro familiar en Nochebuena con la gastronomía típica de cada lugar, árbol de Navidad con luces de colores, el pesebre con pastores, ovejas, montañas de corcho, musgo, río de plata y la estrella de Belén sobre la cueva. Hay regalos para los niños, que en algunos países los traen los Reyes Magos. Se cantan villancicos (“Noche de Paz”, “El camino que lleva a Belén”, “Campana sobre campana”…). Pero esto no significa que todos los que celebran esta Navidad sean creyentes, muchos son cristianos culturales, hijos de una cultura y de una tradición occidental o mediterránea. Navidad puede convertirse en una fiesta más, como otras fiestas sociales, deportivas o cívicas.
  1. Hay quienes viven Navidad de forma solidaria y humanista, pensando en los demás, sobre todo en los marginados: niños enfermos, residencias de ancianos, gente de la calle, migrantes, etc. Hacen aportes a Cáritas, recogen alimentos para gente sin hogar, regalos a niños del hospital, etc. Algunas de estas personas de buen corazón, que desean que Navidad sea un tiempo de hogar y calor humano para todos, son personas cristianas; otras no lo son, mayormente jóvenes, muy sensibles a la justicia, que luchan por un mundo mejor y una sociedad alternativa más humana y con respeto a la tierra, pero que se encuentran alejados de la Iglesia.
  2. Está la Navidad de las personas creyentes que celebran todas nuestras tradiciones, reafirman los vínculos familiares y solidarios, ayudan a los pobres y luchan por un mundo mejor y disfrutan de un fundamento último y gozoso que le cambia la vida: han tenido la experiencia de que en el Niño de Belén se encierra un Misterio oculto, han escuchado como los pastores que ha nacido el Salvador, se han sentido atraídos por la bondad y misericordia de Dios que se revela en Navidad, se han encontrado con Jesús. Como el ciego de nacimiento se han arrodillado y afirmado: “Creo, Señor”; como Tomás han repetido “Señor mío y Dios mío”; han dicho, como Marta de Betania, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”; han experimentado que Jesús es nuestro Hermano, que todos somos hijos e hijas del mismo Dios Padre/Madre y hemos recibido el Espíritu Santo que es vida, luz, fuego, perdón y alegría. Sin embargo, también repiten lo que el padre del joven epiléptico le dijo a Jesús: “Creo, pero ayúdame a tener más fe”. Personas cristianas creyentes asisten a la misa de Navidad, reviven con toda la comunidad eclesial el Misterio del nacimiento de Jesús, comulgan y adoran al Niño, cantan villancicos con los demás y se llenan de una alegría que no es consumo, ni mera tradición occidental, ni ética humanista, sino una vida plena y un horizonte con esperanza de futuro.

La fe cristiana humaniza nuestro mundo, comunica la buena noticia de que Dios ha venido al mundo para quedarse con nosotros. Por esto, ni las crisis, ni la cruel guerra actual, pueden extinguir la luz de la Navidad que llega a todo el mundo y que ilumina las Cuatro Navidades.

¡Feliz y buena Navidad a todos, sean del grupo de sean!

¡“Campana sobre campana”!

Compañía de Jesús

 

EVANGELIO DE SAN LUCAS 2, 22-35

LETANÍAS

Enséñame cómo se va a ese país

que está más allá de toda palabra 

y de todo nombre.

Enséñame a orar a este lado de la frontera,

aquí donde se encuentran estos bosques.

Necesito que tú me guíes.

Necesito que tú muevas mi corazón.

Necesito que mi alma se purifique

por medio de tu oración.

Necesito que robustezcas mi voluntad.

Necesito que salves y transformes el mundo.

Te necesito a ti para todos cuantos sufren,

para todos cuantos padecen prisión,

peligro o tribulación.

Te necesito para todos cuantos han enloquecido.

Necesito que tus manos sanadoras

no dejen de actuar en mi vida.

Necesito que hagas de mí,

como hiciste de tu Hijo,

un sanador, un consolador, un salvador.

Necesito que des nombre a los muertos.

Necesito que ayudes a los moribundos a cruzar el río.

Te necesito para mí, tanto si vivo como si muero.

Es preciso. Amén.

Thomas Merton 

EN MEDIO DEL ADVIENTO



 

 

TIEMPO DE ESPERANZA

LA PROMESA

EVANGELIO DE SAN JUAN 5, 33-36

JESÚS LLEGA SIEMPRE POR CAMINOS NUEVOS AL CORAZÓN

ADVIENTO: al viento de la vida que llega. Invitación a no despreciar nada de lo que ha sucedido en nuestra vida y de lo que somos. Invitación a hacer las paces con nuestro pasado, en el que encontramos insatisfacciones, decepciones, pecados… Reconocerlos, acogerlos para devolvérselos a Él. El nido de la vida que se va a depositar en tus manos lo has de construir con todos los materiales de tu historia. No un lamento estéril, una culpabilidad asfixiante… Igual que el aire se lleva las hojas secas en este tiempo, el Espíritu viene para liberarte de tu apego a lo viejo, a lo ya caduco. Deja que Él sople sobre tu tristeza y se abrirá camino una paz muy sencilla, hecha de sorpresa y acogida de lo simple y sin brillo, lo inaparente, de lo que sucede más allá de tus cálculos.

Recupera en ti la CONFIANZA, por la que le dejas a Dios la imaginación de lo que está por delante, para vivir intensamente lo que ahora se te regala.

La esperanza es un don que germina en el corazón de los que no viven a la defensiva, sino que aceptan la vida, la acogen. Quienes no juegan a conquistar, a vencer, a ganar, a subir… quienes no descansan en sus estrategias, sino que, en su debilidad, reconocen el suelo para esperar un mañana nuevo; porque Dios llega, como llegó siempre y llegará por caminos insospechados.

La esperanza nace para los cristianos desde abajo, como un germen muy pequeño, que cabe en el corazón de cualquiera, nadie está excluido. La esperanza no nace aparatosamente, con prepotencia deslumbrante, con estruendo y trompetas. La esperanza nacerá en nuestra tierra, como nació en MARÍA. En este tiempo somos como ella, tierra que espera, tierra de Dios, entrañas para Él.

Adviento: Sí, amigos… tiempo para creer en los milagros, los que de verdad importan, los signos humildes de una vida nueva, de una alegría muy simple. A condición de algo nada fácil: descalzarnos, desnudarnos de lo aprendido, de lo previsible…

Tiempo para hacer silencio, buscar espacios y lugares en los que atreverte a estar a solas con Él, sin miedo… dejarle que te mire.

Tiempo para escuchar tu verdad, sin fingir, sin esconderte; al descubierto, ‘al aire de su amor por ti’, ¿por qué no creer, en lugar de desconfiar? ¿Qué tienes que perder?

Él llega siempre por caminos nuevos al corazón de los sencillos, de los niños… ¡Feliz espera!

Miguel Márquez, Calle

 

 

JUEVES 15 de diciembre 2022, "CON AMOR ETERNO TE AMO"


 

EVANGELIO DE SAN LUCAS 7, 19-23

¡QUE TU VIDA VALGA LA PENA!

Hace unos minutos he recibido un correo de la secretaria de mi colegio. El mail empezaba con estas palabras: acaba de recibir una llamada algo extraña.

La llamada era de una periodista, María, a la que estoy agradecido por su tarea de investigación, de Extremadura. Buscaba localizar a mi padre, espero que nunca lea este post, para decirme que un señor quería ponerse en contacto con él. Este buen grupo quería agradecer a mi padre que hace más de 45 años le cambiara la vida. «Soy lo que soy, gracias a su padre».

Ese buen hombre quería estudiar pero no tenía medios y mi padre, que no se cómo lo pudo hacer, le consiguió que estudiara en la universidad.

Hay acciones que siendo pequeñas, se convierten en grandes.

 J Católicos

VEN, SEÑOR

,
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
Ven pronto, ven, que el mundo gira a ciegas
ignorando el amor que lo sustenta.

Ven pronto, ven, Señor, que hoy entre hermanos

se tienden trampas y se esconden lazos.
Ven, que la libertad está entre rejas
del miedo que unos a otros se profesan.
Ven, ven, no dejes ahora de escucharnos
cuando tanto camino está cerrado
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
¿No has de ser la alegría de los pobres,
de los que en ti su confianza ponen?
¿No has de ser para el triste y afligido
consuelo en su pesar, luz en su grito?
¿Quién pondrá paz en nuestros corazones
si tu ternura y compasión se esconden?
¿Quién colmará este hambre de infinito
si a colmarlo no vienes por ti mismo?
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? Ahora.

Adaptación del salmo 70 (Rezandovoy)

EVANGELIO DE SAN MATO 17, 10-13

VIERNES 9 DE DICIEMBRE 2022, "QUIERO ENCONTRARME CONTIGO, SEÑOR"


 

EVANGELIO DE SAN MATEO 11, 16-19

ADVIENTO: UNA DEFINICIÓN

Adviento es ponerse en camino con quien un día vio salir esa misma estrella en el Oriente.
Es compartir, intuir, desesperar y avanzar, desafiando a esa niebla espesa y a esas nubes negras que se ciernen sobre todo.
Es seguir caminando, adentrado en la oscuridad, siendo a veces farol de quien duda y otras dejando que sea él quien ilumine tu camino.
Es avanzar entre las ruinas de un pasado tan glorioso y anhelado como mitificado, hacia un futuro tan verdadero como dudado.
Es detenerse a abrevar en aquellos lugares que son fuentes para el alma cansada, y sentir allí el apoyo de quienes bebieron y se regeneraron antes en esas aguas.
Es seguir avanzando, soltando el lastre que anida en el alma y roba la fuerza a la esperanza.
Es asumir que el camino no acaba y que el anhelado destino no llega, pero también constatar que, en la negrura, la estrella sigue brillando porque la tiniebla no puede apagarla.
Adviento es en definitiva un camino en el que, al desempolvar una palabra y dejarla latir, se vuelve a escuchar un nombre que es promesa: Emmanuel.


INMACULADA BENDITA

EVANGELIO DE SAN LUCAS 1, 26-38

MARÍA INMACULADA

La Inmaculada es la fiesta de una mujer a quien la esperanza le creció por dentro y se le asomó como fruto de salvación para todos. Dios nos dice cosas muy bellas en María. Ella, desde su limpieza de corazón, es espejo que nos permite vernos por dentro, es guía en los caminos del Adviento.

ACOGEDORA DE LA PROMESAS DE DIOS

Así se nos presenta María. Todo el misterio de Dios pasa por su corazón creyente. La Palabra, cargada de promesas, va tejiendo su vida interior. En su interioridad se prepara la Alegría para nacer en nuestro mundo.

Así puedes colocarte tú. Tu futuro no brota del presente; es tu presente el que brota del futuro que Dios te invita a soñar y a esperar.Abre tus manos y permanece así unos instantes. Busca el silencio y deja que la misericordia del Señor, que viene a salvarte, limpie tu corazón. No dejes que tu tierra reseca se olvide del agua viva.

Escucha una promesa de Dios y deja que te ensanche el corazón, que rompa tus pesimismos y desesperanzas. Porque hay promesas de Dios ha esperanza. Hay muchas en los textos litúrgicos del Adviento. «Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará» (Is 35,7).
Orienta la mirada hacia tu interioridad. Ora rumiando las promesas de Dios, como hace María.

Las promesas pueden parecerte lejanas, sin embargo, si las acoges, ya te están dando vida. «Un niño pequeño miró una estrella. Y se echó a llorar. Y la estrella dijo: ‘Niño, ¿por qué estás llorando?’ El niño respondió: ‘Estás tan lejos que nunca te podré tocar’. Y la estrella respondió: ‘Niño, si no estuviera ya en tu corazón, no podrías verme'».

ESCUCHADORA DE LOS PROFETAS

¿Dónde están los profetas? Los profetas que levantan al pueblo caído, que lo ponen en camino, que lo despiertan y le dan luz en la oscuridad, esperanza en las largas esperas… ¿dónde están?

María es la virgen oyente de la Palabra. María es profeta y más que profeta, porque los profetas llevan la palabra de Dios como fuego que quema sus entrañas, y María la lleva convertida en carne de su carne. Lleva en su seno a Aquel que todo lo lleva. Vive la esperanza de un encuentro.

Hoy puedes escuchar a los profetas, puedes contemplar a María con el misterio que lleva dentro, puedes recrear tu esperanza, porque donde hay profecía hay esperanza. Dios quiere algo de ti.Visualiza una imagen de María, que abre su manto para mostrar a Jesús, el fruto de su vientre. María te regala a Jesús. Pone en tus manos su mayor riqueza. Ensancha el espacio de tu tienda y abre a Jesús la puerta de tu casa.

Une tu mano a las manos de los que están contigo y, con las manos unidas, mirad todos juntos a María, que lleva a Jesús dentro.

Responde a la palabra, que viene cargada de fe, con tu fe. Di amén a María, habitada por el misterio de Dios hecho carne. Canta con los que están contigo el amén de la fe al Dios que nos visita.
Los frutos, antes de serlo, son semillas. No lo olvides. «En la plaza habían abierto una tienda nueva. El rótulo decía: ‘Regalos de Dios’. Un ángel la atendía. Llegó un cliente y preguntó: ‘¿Qué vendes, ángel de Dios?’ ‘Ofrezco dones de Dios’, respondió el ángel. ‘¿Cobras muy caro?’, siguió preguntando el cliente. ‘No, los dones de Dios son gratis’, le respondió el ángel. ‘Entonces, dame bastante amor, perdón, esperanza, fe, salvación’, pidió el comprador. Y el ángel le explicó: ‘Está bien. Te lo daré, pero no olvides que Dios nunca da frutos maduros; da pequeñas semillas, que cada uno debe cultivar’.

ADORADORA DE DIOS Y DADORA DE VIDA

El adviento de María consiste en recoger en su corazón todas las lágrimas y esperanzas de los hombres y ponerlas junto a Jesús, a quien lleva dentro. Esta es su oración permanente de intercesión. En la interioridad de María se dan cita dos miradas: una mirada al mundo que la rodea y una mirada a su Hijo. María adora la vida y comunica la vida a manos llenas, como una fuente inagotable. En María, Dios se asoma, hecho niño, para alegrar al mundo.

Tú, también, vivirás el Adviento si eres capaz de prestar atención al dolor profundo que late en el corazón de los pueblos y si, a la vez, eres capaz de mirar a Jesús que viene. Si adoras al que es la vida, tú también darás vida.No te quedes al margen. Escucha esto: «Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado» (Mt 11,17). Y ahora, mira. Mirar es distinto de ver. Miras cuando dedicas tiempo a una cosa.
Dedica tiempo a mirar el misterio de Dios hecho hombre en el corazón limpio de María.

Dile a María que te preste sus ojos para mirar y admirar, para adorar. «No os pido ahora que penséis en él ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis» (Santa Teresa, Camino 26,3).
Enciende una lámpara y quédate así unos momentos, mientras recibes el abrazo del amor de Jesús y le das tú un abrazo de agradecimiento.

CANTORA DE LA ESPERANZA DE DOIOS EN MEDIO DE LOS PUEBLO

El adviento de María pone canciones a la esperanza, canciones que podemos saborear en toda su profundidad.

En Ella y en cada uno de nosotros se realiza:El culmen de la libertad humana. Porque ha creído recibe la bienaventuranza: «Dichosa tú por haber creído» (Lc 1,45). Es dichosa y feliz. La libertad humana alcanza su culmen en la fe; se verifica en el encuentro con Dios y con los demás. La libertad se deteriora cuando se encierra en sí misma; se realiza en el amor, que exige tiempos de gratuidad.

La oración de alabanza. El agradecimiento es la primera expresión de la esperanza. No lo son, la crítica, la amargura, el pesimismo. La verdadera esperanza prorrumpe en alabanzas por todo lo que Dios realiza en nosotros y en el mundo. Donde no hay alabanza, la esperanza está empobrecida.

La mirada limpia de la esperanza. María ya percibe las grandes obras que ha hecho el Señor en su favor. La más grande: el pequeño germen de vida que lleva en su seno. La esperanza nos hace descubrir realidades grandes en cosas pequeñas, brotes, amaneceres, esperanzas, inicios de vida.

El brazo poderoso de Dios. La esperanza cristiana siempre se alimenta de la acción de Dios en la historia. María canta este poder al servicio del pueblo. Este poder para levantar lo caído llega a sus fieles de generación en generación. Nunca decaerá la misericordia del Señor. Ahí está nuestra esperanza. El Señor sigue actuando. La esperanza nos hace conscientes de su cercanía y de su presencia. Dios sigue cuidando a su pueblo. El cuidado y la solicitud de Dios por su pueblo es una característica de Dios.

«Esté en cada uno de nosotros el alma de María para glorificar a Dios» (San Ambrosio). Que cante tu voz, que cante tu corazón, que cante tu vida, que canten tus obras. En María Inmaculada se adelanta la Navidad.

María, hija de Sión, Madre de Jesús y de la Iglesia, concédenos entrar en el misterio de tu esperanza y de tu alabanza y percibir cómo miras a tu pueblo, a la humanidad y a la historia.

Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño» (Papa Francisco, EG 288)

Cipecar