LA IMPORTANCIA DE LO DIGITAL
MI AMOR PRIMERO
¿No te ha ocurrido que muchas veces no te aguantas ni a ti mismo? También en la oración y en la vida espiritual. Con frecuencia andamos ofuscados, irascibles, nos cansamos. Sentimos que todo nos agota o nos genera apatía. Nuestra vida interior anda demasiado agitada y desordenada, como embotada, nos deja fríos y no obtiene ni paz ni fruto. No nos encontramos con nosotros mismos y es difícil encontrarse con Dios o, mucho menos, llevar ese encuentro a los demás, que acaban siendo el blanco de nuestra frustración.
Y no sabemos realmente que nos pasa. Nos invaden los agobios, las prisas, la saturación, las relaciones, los proyectos, los planes, los compromisos, las expectativas. Y corremos el riesgo de seguir penetrando en un callejón sin salida. Es en esos casos cuando más aún hay que volver al amor primero, a mi principio y fundamento (mi por qué y mi para). La rutina nos ha ido alejando de ese amor primero, de ese punto de encuentro íntimo en el que Dios ya nos ha habitado y siempre tiene algo que decir personalmente para cada uno. En el que recordamos como nos dice Yo te amo y Yo cuento contigo, Yo me he hecho hombre por ti.
Cuando refrescamos eso y nos situamos ahí, nuestra vida interior vuelve a ordenarse y resetearse, la brújula se reorienta y vemos con claridad la dirección adecuada. Es un movimiento de descentramiento que nos saca de nosotros mismos, de nuestro ensimismamiento agobiante, para dirigir la mirada a un Dios que tiene una palabra que decir para nosotros de manera concreta y personal, en nuestra realidad cotidiana, y que lo manifiesta, de manera tangible y para que no nos sea difícil de comprender, en el rostro de tantas personas. Ese amor primero puede dibujarse en cualquier persona, en cualquier rostro, tu pareja, un amigo, alguien de paso, quien menos te lo esperas o la persona que tiene más cerca. Y a partir de esto las constantes de nuestra relación con Dios, de nuestro corazón, se van reequilibrando porque apuntan a donde tienen que apuntar. No hacia nosotros mismos, sino hacia ese Dios que nos abre a los demás y es ahí donde nos sitúa, y es ahí donde nos llena. Y es ahí donde nuestra vida se hace plena y tiene sentido, si es vivida desde nuestro amor primero, desde nuestro principio y fundamento. Más allá de agobios, más allá de dudas.
“Porque donde está tu tesoro, está también tu corazón” (Mt 6,21). Y empezamos a encontrarnos y sobrellevarnos, y empezamos a comprender.
NOS LLAMA Y NOS ENVÍA
ÉL ES EL VERDADERO PROTAGONISTA
NO TENEMOS TIEMPO, SOMOS TIEMPO
Como bien dijo el primer día un profesor de universidad los hombres siempre vamos con prisa a todos lados y nunca tenemos tiempo. No sé cuántas veces a lo largo de la semana podemos llegar a decir no tengo tiempo. ¿Quedamos a tomar un café? No tengo tiempo, pero a ver cuándo quedamos. ¿Podría ir a verte ahora? Mira ahora no tengo tiempo, pero llámame luego para ver cómo estoy de libre; o mejor, ya te llamo yo cuando esté libre.
Y la pregunta que me surge es ¿desde cuándo el hombre ha tenido el tiempo en sus manos? ¿Desde cuándo somos capaces de manejar el tiempo? El tiempo no lo tenemos, es lo que somos, pues cuando no somos, ya no hay tiempo que valga pues estaremos en el infinito. Nuestro ser habrá dejado de ser para pasar al infinito. Nuestro ser finito deja el tiempo para pasar a lo eterno.
Somos tiempo y, creo que por muchos avances tecnológicos y de pensamiento que se produzcan en la historia, eso no cambiará. Es lo más valioso de nosotros. Es el mayor regalo que nos podemos hacer unos a otros: nuestro tiempo. Solemos regalarnos en fechas importantes, en momentos bonitos o para arreglar mal entendidos objetos que compramos en tiendas. Pero ¿no será mejor regalo una hora de nuestra vida con el otro? ¿No es sino el encuentro con un amigo el mejor regalo? ¿No sucede que el tiempo con otro es luz en la noche?
Nos cuesta más organizarnos la semana dejando horas libres para pasarlo con lo demás, que llenar la agenda de mil y una tareas que pueden ser muy importantes, pero que nos gastan por dentro. Organizamos encuentros semanales, encuentros mensuales, o trimestrales e incluso anuales con familiares y amigos porque nos parecen importantes, pero en nuestra vida cotidiana nos cuesta sentarnos junto a otro y escuchar. Porque esa es otra, si nos juntamos para vernos nos gusta más hablar y que se nos oiga, que escuchar y esperar. Cuando Jesucristo nos dijo que cuando dos o más se reúnen en su nombre él está en medio de nosotros, ¿no sería una llamada a vivir desde los encuentros con los otros? Cuando nos dijo que al rezar entrásemos en nuestro cuarto, ¿no sería para que en ese encuentro no nos distrajésemos con otras «cosas importantes»? Gastemos la vida en ese encuentro sagrado que es tu amigo, que es tu familia, que es tu compañero de enfrente, que es el Otro.
LOS MEJORES AMIGOS
Hoy tengo muy claro que la amistad para mí es algo innegociable, y no se construye a base de encajar piezas de un puzzle para que todo esté perfectamente colocado. La amistad es una necesidad profunda, humana, y real (y si es importante en toda vida, no te cuento en la vida de los célibes). No se programa, no se diseña, y no se fuerza. Surge (o no) precisamente allá donde hay encuentro, contacto, convivencia o proyectos comunes. Y como tanto en las relaciones humanas tiene algo de imprevisto, de incontrolable, de gratuito.
Evidentemente, has de intentar tratar a todo el mundo con justicia. Pero no puedes ser amigo de todo el mundo. ¿A quién no le ha ocurrido, que con algunas personas te brota mantener cierta distancia desde el minuto uno (y a veces ni siquiera sabes por qué, pues las afinidades son así de extrañas)? Del mismo modo, tampoco puedes pretender gustar o caer bien a toda la gente. Si el propio Jesús habla de amar a amigos y enemigos, es muy consciente de que no todos los vínculos son fáciles o amables.
Lo que sí puedes es respetar a todos. No hacer diferencias injustas basadas en el afecto. Puedes tratar de querer a todos (aunque evidentemente no llamarías a todo el mundo para compartir una herida, una alegría o un mal rato). Y compartir distintos ámbitos de la vida con distintas personas. Pero, por supuesto, haciendo de la amistad una categoría real, no una mistificación irreal.
José María Rodríguez Olaizola, sj
REPARA EN MÍ, SEÑOR...
HOY INICIA LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2023
Al concluir el rezo del Ángelus este domingo 16 de enero, el Papa Francisco invitó a sumarse a la próxima Semana de Oración por la unidad de los cristianos y a ofrecer “nuestros cansancios y sufrimientos por la unidad de los cristianos”.
Ante numerosos fieles reunidos en la Plaza San Pedro para el tradicional rezo dominical de la oración mariana, el Santo Padre recordó que del 18 al 25 de enero se llevará a cabo la Semana de Oración por la unidad de los cristianos “que este año se propone reflejar la experiencia de los Reyes Magos, que vinieron de Oriente a Belén para honrar al Rey Mesías”.
“También nosotros cristianos, en la diversidad de nuestras confesiones y tradiciones, somos peregrinos en camino hacia la plena unidad, y nos acercamos a la meta cuanto más mantenemos la mirada fija en Jesús, nuestro único Señor”, indicó el Papa.
Por ello, el Santo Padre sugirió que durante esta Semana de Oración ofrecer “nuestros cansancios y sufrimientos por la unidad de los cristianos”.
En el hemisferio norte del mundo la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se lleva a cabo del 18 al 25 de enero.
La iniciativa es promovida y organizada por el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y el consejo ecuménico de las Iglesias.
Aciprensa
APÓSTOL
no te calles ni te achantes,
que has de brillar
como fuego nocturno,
como faro en la tormenta,
con luz
que nace en la hoguera de Dios.
Vamos, amigo,
no te rindas ni te pares,
que hay quien espera,
anhelante, que compartas
lo que Otro te ha regalado.
¿Aún no has descubierto
que eres rico para darte a manos llenas?
¿Aún no has caído en la cuenta
de la semilla que, en ti,
crece pujante
fértil, poderosa,
y dará frutos de vida y evangelio?
Vamos, amigo.
Ama a todos
con amor único y diferente,
déjate en el anuncio
la voz y las fuerzas,
ríe
con la risa contagiosa
de las personas felices,
llora las lágrimas
valientes del que afronta la intemperie
Hasta el último día,
hasta la última gota,
hasta el último verso.
En nombre de Aquel
que pasó por el mundo
amando primero.
José María Rodríguez Olaizola, sj
HACERSE ESCUCHA
Aquí estoy, Señor, a pie descalzo en tu espera.
Aquí estoy, Señor, con el corazón abierto a la escucha.
Aquí estoy, Señor, buscando paz en tu respuesta.
Quiero estarme junto a ti, sentado a tus pies,
sin pensar ni buscar, sensible al que llega.
Quiero hacer escucha de mi corazón aturdido.
Quiero estarme en gratuidad contigo, aquí y ahora.
Quiero unificar mi ser y ser en tu ser.
Aquí estoy, Señor, lleno de ruidos. Quiero silencio
para escuchar tu Palabra desde el corazón que anhela
volver de nuevo al origen, al paraíso,
y al caer la tarde, encontrarse con tu presencia»
(Salmos de Emilio Mazariegos)
de mi alma, en el más profundo centro…
me hice perdidiza
y fui ganada»