Al contemplar la humildad de Benedicto XVI cuando renunció en 2013, ojalá su lucidez para echarnos a un lado a tiempo para que Dios siga haciendo su obra a través de otros en el lugar que ocupamos. Para eso hace falta mucha libertad interior y desapego. Y valor para dar el salto.

Al contemplar la humildad de Benedicto XVI cuando renunció en 2013, ojalá su lucidez para echarnos a un lado a tiempo para que Dios siga haciendo su obra a través de otros en el lugar que ocupamos. Para eso hace falta mucha libertad interior y desapego. Y valor para dar el salto.
Fermín N
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