A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente
distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la
miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que
renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos
permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para
que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de
los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la
vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa
experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo
Papa Francisco
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