En nuestra oración deberíamos mirar con más frecuencia el modo como
el Señor nos ha protegido, guiado, ayudado en los sucesos de nuestra
vida, y alabarlo por cuanto ha hecho y hace por nosotros. Debemos estar
más atentos a las cosas buenas que el Señor nos da. Siempre estamos
atentos a los problemas, a las dificultades, y casi no queremos percibir
que hay cosas hermosas que vienen del Señor. Esta atención, que se
convierte en gratitud, es muy importante para nosotros y nos crea una
memoria del bien que nos ayuda incluso en las horas oscuras. Dios
realiza cosas grandes, y quien tiene experiencia de ello —atento a la
bondad del Señor con la atención del corazón— rebosa de alegría.”
Benedicto XVI
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