La Navidad nos ha puesto ante un Jesús que habla sin palabras. Simplemente
con ese gesto admirable, increíble de la encarnación. Él siendo de
condición divina se entrega a la caducidad de la carne para acompañarnos y
conducirnos a Dios, para sostenernos y llenarnos de su vida. El silencio
de la contemplación quizá sea la mejor manera de comprender, de adentrarse
en el misterio de los gestos de Dios.
Te invito a profundizar en los silencios de Jesús.
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