Hoy tenemos
en el Evangelio un ejemplo de la ternura de Jesús en el desarrollo de una de
las jornadas de la vida.
Nos dice el texto que “la suegra de Simón estaba en cama con fiebre y se lo
dijeron” a Jesús. Tres gestos de Jesús van a ser transformadores para esta
mujer, tres gestos de ternura: dice el texto que Él “se acercó” “la cogió de la
mano” y “la levantó”: acercarse al otro, tocarle, ponerle en pie. Tres gestos
que nos hablan de una manera de relacionarse afectiva, de una capacidad de
encuentro real con las personas, de entrar en comunicación con ellas. Y los
encuentros pueden ser salvadores si son experiencia de amor. A la mujer se le
pasó la fiebre y “se puso a servirles”. El amor recibido provoca la respuesta
amorosa, el servicio.
En Jesús descubrimos y aprendemos
la sabiduría del encuentro; una sabiduría que Él mismo fue aprendiendo en el
encuentro habitual con el Padre: nos recuerda el texto que Jesús iniciaba su
día cultivando esta relación con su “Abba”. En medio del silencio, podía
escuchar, sentir, dejarse coger por aquellos que de una u otra forma esperaban
un gesto, una palabra liberadora y acogerlo como una llamada: “todos te
buscan”.
También hoy nosotros, en medio de
nuestros pueblos y ciudades, podemos hacer silencio para escuchar la llamada de
aquellos que, a través de las situaciones que viven, están buscando. Ojalá
sepamos, como el Señor, acercarnos, tocar la realidad de forma cariñosa, para
que Él a través de nuestros gestos pueda poner en pie a quienes se sienten
postrados.
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