EL CELIBATO, SOL DE MEDIA NOCHE (Monasterio de Suesa)



Compartimos parte de la reflexión escrita por MAGDALENA BENNASAR, espiritualidadcym@gmail.com y publicada en Eclesalia el día 21 de enero de 2019.

El celibato es fecundidad, no es imposición, es elección de parte del Amado, para una intimidad y una tarea. El célibe no es mejor o peor, ¡es! Se le llama, se le invita, se le convoca a un estilo de vida en donde la prioridad es una relación de amor intensa y personal con el Dios de la Vida y del Amor.

Hablamos de amor esponsalicio, de experiencia íntima, no intimista, que posibilita obras fecundas visibles o escondidas de gratuidad, entrega a pedazos del propio pan-Vida para que Dios disfrute de nuestra amistad y las personas reciban el fruto.

Hablamos de fecundidad no de represión o imposición… Y la fecundidad la da Dios, no el propio esfuerzo, ni la capacidad de atraer… es gracia. El celibato es un tesoro que o se vive y se ve vivir o no se entiende.

¡Qué pena que haya tantos canonistas y tan pocos místicos!, lo cual no es incompatible.

Dice la “vox populi” que la solución al terrible problema de la pederastia es que el celibato sea opcional… Yo opino, humilde opinión, que la solución a la pederastia es una formación espiritual y humana, incluyendo la sexual sólida, basada en una experiencia de relación con Dios fresca, diaria, cuidada, alimentada y acompañada. Si esta experiencia se da, se buscarán sanas soluciones a los problemas o dificultades que puedan emerger propios de ir madurando como personas.

El celibato es como un sol a medianoche. Es un regalo y una promesa. Es un “kairós” en la vida de las personas que lo acogen. Es efectivamente un milagro de amor, de encuentro de Dios con lo humano. Diciendo esto no intento desvalorizar el encuentro sexual. Simplemente valorar el celibato tan desvalorizado hoy.

Entre que los religiosos y religiosas, monjes y monjas son en general mayores; que salen a diario nuevos y numerosos casos de pederastia… los y las jóvenes deben pensar que todo es muy raro y muy rancio.

Pero no, como dicen ellos, “¡va a ser que no!”. Muchas personas célibes estamos felices de serlo, somos normales y nos comeríamos el mundo con la energía del Reino que se nos regala cuando abrimos de par en par las ventanas de nuestra vida.

A lo largo de la historia cientos de místicos de todas las religiones han elegido el celibato, también filósofos, artistas, escritores…, entre ellos mujeres empoderadas como las beguinas, quienes con fuerza interior y exterior crearon un nuevo modo de ser de Dios en un mundo que metía a las religiosas detrás de rejas y a las casadas detrás del marido.

En el celibato gozoso “eros” se convierte en creatividad y energía tierna para proyectos de colegialidad, de igualdad, de respeto, de apoyar los talentos de las personas para que cada una rindamos al máximo lo recibido con humildad y alegría para un mundo más justo, para el cuidado de la creación y sobre todo de la creatura.

En el celibato gozoso el amor que se comparte es de “agape”, tipo de amor incondicional en el que a la persona sólo le importa lo que es el bienestar de la otra persona. Al ser incondicional no tiene barreras, ni fronteras. Un célibe puede crear mucha vida a su alrededor si canaliza el amor Fontal recibido.

[…]

El celibato es como un sol a medianoche. Es un capricho de Dios, un guiño a personas concretas para que dediquemos todo nuestro ser y saber al Reino, a su tarea, creando espacios nuevos de vida para el presente.

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